Este año llega cargado de secuelas previstas e imprevistas, envuelto en ciencia ficción e intimidad, y protagonizado por antihéroes, estrellas del pop y dragones
19 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El 2024 será un año de justicia cinematográfica. Justicia para millones de fieles que hace tres años se enamoraron de las arenas del desierto a través de los ojos de Timothée Chalamet. Justicia para los que rieron a carcajadas con el humor negro de un Ryan Reynolds enfundado en mallas granates. Y justicia —inesperada, pero justicia— para todos los que no han vuelto a bajar unas escaleras sin acordarse de Joaquin Phoenix y su excéntrica danza al son del rock and roll de Gary Glitter.
Porque todos esos fieles podrán, por fin, dejar de poner Dune, Deadpool y Joker en bucle. Un sencillo número (el dos o el tres) pondrá fin a años de impaciencia y, en forma de secuela, brillará en todos los cines. Pero aquí hay mucho más que desgranar que simples secuelas.
Futurismo feudal y gusanos gigantes
«Timothée Chalamet es un alma vieja en un cuerpo joven —contaba el director de Dune, Denis Villeneuve, en el 2021—. No se me ocurre un mejor protagonista». El de Villeneuve fue el segundo intento de adaptar la novela homónima de Frank Herbert —todo un hito de la literatura de ciencia ficción— a la gran pantalla. El resultado: un metraje reflexivo, que avanza lentamente de la mano de personajes magnéticos, envueltos en un paisaje grandioso y hostil.
Pero la historia quedó a medias, así que Villeneuve ha vuelto para terminarla. Este marzo abrirá de nuevo la puerta a su sociedad futurista de señores feudales planetarios, y Chalamet volverá a recorrer el desierto a lomos de gusanos gigantes.
Otra batalla entre Marvel y DC
El nuevo enfrentamiento entre Marvel y DC —las dos mayores editoras de cómics a nivel mundial— está servido. Deadpool 3 contra Joker: folie à deux. Antihéroe contra antihéroe.
DC parte, en principio, con desventaja. Nadie esperaba una secuela para una película redonda, con la que los padres de Superman y Batman encontraron su propia voz. Llevaban casi una década perdiendo la batalla de audiencias contra el gigante rojo, pero Joaquin Phoenix, llorando a carcajadas, dio vida a un Arthur Fleck magistral que enamoró incluso a los más escépticos en 122 minutos difíciles de superar. Su regreso sorpresa (habrá que esperar a octubre), el fichaje de Lady Gaga como Harley Quinn y los coqueteos con el género musical que se han dejado entrever son, desde luego, movimientos arriesgados.
En cambio, la sed de los seguidores de Deadpool es imparable: llevan seis años esperando que Ryan Reynolds se ponga otra vez las mallas granates, y saber que Lobezno coprotagonizará la secuela los ha hecho casi enloquecer. Encarnado por Hugh Jackman, el X-Men más icónico tiene, casualmente, el mismo poder de regeneración que el antihéroe (las dos primeras películas bromean constantemente sobre ello). ¿Comedia sinvergüenza o humor amargo? La elección no será fácil.
Intimidad a la española
La producción española no se queda atrás y sigue subiendo escalones. Este año, la historia estrella llegará bajo la batuta de Paula Ortiz, con un título que deja pocas dudas: Hildegart. Alba Planas dará vida a la niña prodigio de Ferrol que fue concebida por su madre, Aurora (Najwa Nimri), como un experimento. Un experimento que ella misma mató de un disparo cuando Hildegart cumplió 18 años.
Y contra el intimismo más salvaje, una superproducción. El galardonado Salvador Simó (Buñuel en el laberinto de las tortugas) dirige Dragonkeeper, una colaboración entre España y China, y la cinta de animación más esperada en mucho tiempo. Ping, una niña esclava, deberá ayudar al último dragón imperial en su viaje a través de China para asegurar la continuidad de la estirpe. «Creo que es una de las mejores películas de animación que se han hecho en España —comenta Simó, ilusionado—. Sinceramente lo creo, si no, no lo diría».