Aguja, hilo y lápices para romper un muro de silencio

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Bela Lema, dibujante de cómic
Bela Lema, dibujante de cómic MARCOS MÍGUEZ

La gallega Bea Lema se estrena en la novela gráfica con «El cuerpo de Cristo», una arriesgada y honesta obra alrededor de las enfermedades mentales

24 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno advierte que El cuerpo de Cristo no es un cómic convencional desde su arranque. El bofetón al lector para despertar sus sentidos es inmediato: apenas tres páginas que describen cómo una madre se quiere dejar morir tirada en una playa para que «todo termine». Cuánto sufrimiento cabe al decir solo ese «todo». Un relato durísimo presentado de manera innovadora, con dibujos cosidos, páginas presentadas a modo de bordado. La siguiente es una ficha médica en la que se exponen los problemas mentales de la paciente, y el tratamiento —meramente farmacológico— a seguir. Ya es imposible no continuar la lectura.

Este arranque extraordinario lo firma alguien que se estrena en el mundo de la novela gráfica, la gallega Bea Lema (A Coruña, 1985). Como coincide todo (fechas, lugares...) con la biografía de la creadora, es imposible no pensar lo que hay detrás. «Hay mucho autobiográfico, sí, pero no me gusta desvelarlo todo», explica la creadora, en plena promoción de un cómic al que le acompaña el reconocimiento. Está nominada en dos categorías en el salón de banda diseñada de Angulema, el encuentro más relevante en Europa del noveno arte. En esa villa francesa, precisamente, terminó de cerrar El cuerpo de Cristo gracias a una beca. De hecho, esta obra llegó antes al mercado francés que al español (lo edita aquí Astiberri). Aunque la génesis viene de un tebeo previo que ya tuvo premio, el Castelao de la Diputación de A Coruña. Ahora Bea Lema está preparando la adaptación a cortometraje.

«Lo que buscaba era darle una vuelta a las enfermedades mentales, se habla de algunas graves, sí, pero poco del trastorno bipolar, de la psicosis... Hay gente y sus familias sufriéndolas, y quedan como historias silenciadas», explica. Ella le pone voz a través de los recuerdos de una niña. Es la historia de cómo su madre se fue hundiendo en un pozo. Lo que empieza como una melancolía va pasando a un «hoy no me apetece levantarme», sigue con un «los médicos no me entienden», continúa con un «hay un demonio en esta casa» y acaba con ese «solo quiero tirarme aquí y que todo termine». Por el medio, un marido que prefiere enfrentarse al televisor antes que a la enfermedad de su mujer (es incapaz de comprenderla), un hijo a quien pilla todo esto en una complicada adolescencia, y una pequeña que sí la acompaña en sus delirios. Un drama oculto tras las puertas de más casas de las que se piensan. Historias silenciadas que empiezan en un pueblo, siguen en la emigración y acaban en una ciudad. Expuesto todo con varias técnicas, desde el dibujo más plano pasando por secuencias de acuarela hasta ese gran hallazgo del hilo y la tela. «Empecé a bordar hace tres o cuatro años por inquietud, no estaba planeado, pero cuando estaba preparando la obra reparé en los dibujos hechos con esta técnica. Ya se utilizó en Chile para denunciar las desapariciones de la dictadura de Pinochet», cuenta la dibujante.

Lema opta por esta solución creativa —secuencias a modo de viñeta presentadas con bordado de hilo negro, por ejemplo— para llevarnos hasta los orígenes de la madre en la aldea, con sus seis hermanos, un padre borracho y maltratador y una esposa con demasiada carga. Hay también bordados en color para narrar otros episodios dolorosos. Un subversivo estilo con el que se le cuenta al lector tanto con el fondo como con la forma. «Me parecía algo poético», describe Bea Lema.

Esa mezcla de estilos no despista al lector, porque la historia de fondo es potentístima, desde los años felices cuando madre y padre salen del pueblo rumbo a Suiza, liberados de cargas, hasta los demonios que empiezan a aparecer de regreso a Galicia, a una ciudad, cuando ella empieza a ver demonios: en su hijo, bajo la cama, en el armario... Hay superchería, miedos, meigallos, chismorreos de vecinos, el peso de la religión —una sutileza en toda la obra— y la valentía de una niña que crece acompañando a su madre, incasable ante su rendición vital, una mochila de la que no podrá liberarse.

«El cuerpo de Cristo». Bea Lema (guion y dibujo). Color. 184 páginas. Editorial Astiberri. 21 euros