Álbaro Arizaleta, voz y batería de El Columpio Asesino: «El fascismo sigue ahí, lo vemos a todo color y viene potente»

FUGAS

PEIO IZCUE BASAIL

El grupo navarro es uno de los alicientes del Esmorga Fest, que arranca hoy en Sarria. Es el primer festival de la temporada de la recuperación

01 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Se descorre el telón. Y esta vez parece que de un modo parecido a cómo se hacía antes del 2020. Hoy y mañana, Sarria acoge el Esmorga Fest, el primer gran festival del calendario musical gallego. Fiel a su espíritu indie y guitarrero, reúne en esta ocasión a artistas como Cala Vento, Le Boom, The Haunted Young, La Paloma, Rayotaser, El Chico López, Juanita Dinamita y El Columpio Asesino, entre otros. El último es todo un referente de la escena española. Retorna tras sufrir en sus carnes lo que es trabajar en un disco, lanzarlo y que a los pocos días la pandemia elimine cualquier posibilidad de presentarlo en directo. «Sí, nos pilló con las maletas y la furgoneta cargada de instrumentos. Ya habíamos hecho la promo, todo iba sobre ruedas y de pronto eso nos robó un disco delante de nuestras narices», reflexiona Álbaro Arizaleta.

 —Le ocurrió lo mismo a un grupo hermano vuestro: Triángulo de Amor Bizarro.

—Sí, Triángulo de Amor Bizarro, Belako y nosotros habíamos sacado disco juntos. Todo esto ha provocado cosas muy extrañas. Falta aún perspectiva para ver qué ha pasado con los discos que quedaron ahí, cómo ha cambiado la industria y el relevo generacional producido. Creo que se han acelerado muchos procesos. Esto es una rueda que no para. Pero ahora ha cogido una velocidad desconocida.

­—En su nuevo sencillo cantan: «El nuevo fascismo lo veremos en colores». El anterior disco hablaba de la obligación de ser feliz. ¿Van enlazados?

—En el anterior disco hablábamos del exceso de positivismo en la sociedad, de esa obligación de estar feliz y vivir en un cielo azul permanente, sin asumir el dolor y el vacío. En esta sociedad capitalista eso lo dejas de lado, porque, si hablas de ello, parece que asumas un fracaso. Lo de que el nuevo fascismo lo veremos en color es porque muchas veces lo asociamos al blanco y negro, a Hitler, Mussolini, Franco y demás. Ahora mismo se están cometiendo las mismas atrocidades. No ha cambiado mucho: el fascismo sigue ahí, lo vemos a todo color y viene potente.

­—En la canción dicen que «nada va a cambiar». ¿Asumen la derrota?

—Eso es un guiño al Everybody Knows de Leonard Cohen. Aunque parezcan que las cosas cambian, porque llega la tecnología, lo que ocurre es que se sofistica la nueva esclavitud. Seguimos ahí. No veo que cambien mucho las cosas. Hay un problema y de nuevo recurrimos a la violencia. Ahí tenemos la guerra de Ucrania. No tengo la sensación de que estemos avanzando mucho. Somos tan capaces de darle al botón nuclear como de hacer poesía.

—Han sido siempre un grupo oscuro dentro del mundo en colorines de los festivales. ¿Se ven bichos raros?

—Siempre han existido grupos a los que les ha atraído más ese lado oculto de la sociedad y las tendencias musicales. Yo personalmente me he sentido siempre más cómodo ahí, poniendo el foco y escribiendo sobre eso. Pero me parece muy bien que la gente haga canciones luminosas.

­—En el 2013 decía en este periódico que le gustaba generar inquietud, misterio y que al oyente se le revolviese algo por dentro. ¿Sigue pensando igual?

—Sí, esas cosas no cambian.

—¿Se sienten hijos de la Velvet?

—Bastante [risas]. Andamos por esas coordenadas y te cuesta salir de ellas. A veces te encuentras incluso un poco esclavizado de ellas porque a veces te planteas que podías escribir de otras cosas pero no las ves parte del grupo.

—¿Ahora que hay una generación de bandas revisando la tradición, como se ven ustedes apostando por su sonido?

—Sí, está cambiando. De alguna manera eso se ha puesto de moda. Ahora mismo, si sacase un disco recurriendo a nuestras raíces navarras o euskaldunes y le hiciera guiños a la jota, me sentiría ridículo. Mis raíces son anglosajonas, el rock y del pop. E igual que en la Ilustración los valores se convirtieron en internacionales, yo creo que esos sonidos también son así. Lo que mamé de crío donde me cultivé y donde desarrollé mi cultura. Pasarme ahora a otra cosa me parecería impostado, pero me parece genial que lo haga la gente. Tenemos a Rodrigo Cuevas, que me parece tremendo, tanto su trabajo de investigación como su propuesta artística. Otros ya me parecen más oportunistas.

—¿Cuál fue el grupo que le volvió loco de crío?

—Con 14 años me volaron la cabeza los Sex Pistols. Recuerdo que estaba limpiándole la furgoneta a mi padre, que es carpintero, y escuchaba una radio pirata que teníamos entonces. Sonó Anarchy in the UK y, buah, esa manera de cantar tan incendiaria me flipó. Compré la casete del Never Mind The Bollocks y aún la tengo como una pieza de museo.