La foto de la portada muestra a la joven Hout Bophana tras su detención en el centro de tortura denominado S-21 (Tuol Sleng) bajo el régimen de los Jemeres Rojos en Camboya. «La detenida llevaba los ojos vendados y solo le fue quitada la venda para ser fotografiada», detalla. «La foto, la última antes de morir muchos meses más tarde, desencadenó los interrogatorios, su confesión bajo tortura, probablemente la violación y su ejecución», añade. Esta imagen «es, en realidad, la condena a muerte de la muchacha y quien la mira hoy lo hace desde los ojos de la maquinaria de muerte; esta es quizá la máxima paradoja que condensa el malestar que contienen las imágenes de perpetrador», concluye Sánchez-Biosca.
El sofisticado y terrorífico vídeo de la decapitación del periodista estadounidense James Foley, en agosto del 2014, difundido por ISIS, supuso una conmoción en todo el mundo. «Es un caso atípico, pues aspira a ser mostrado con orgullo y como amenaza al mundo entero», afirma Sánchez-Biosca. Es, por así decir, «un giro escalofriante e inesperado en la historia de las imágenes de perpetrador».