La vida, sea lo que sea, sigue

Mercedes Corbillón FUGAS

FUGAS

11 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuenta Mary McCarthy en sus Memorias de una joven católica que sus padres murieron de gripe española. Ambos jóvenes y fuertes, rubios y ricos, subieron a un tren en el que volaban los virus y las carbonillas, se contagiaron de lo primero y quizás se mancharon el traje con lo segundo y perdieron la vida pocos días después.

Del color del pelo y de la suciedad de la vestimenta quizás no diga nada, pero una lectora imagina siempre a los personajes, aunque se presenten como secundarios y su paso por un libro sean unas pocas líneas de camino a la orfandad que cambiaría el destino de los hijos. El motivo por el que desaparecieron resulta banal y anecdótico en la narración y seguramente yo no le habría prestado atención si no hubiera leído la historia de la americana en los largos meses de una nueva pandemia. Cuando echa la vista atrás, McCarthy no ahonda en las causas casi universales que se llevaron por delante a sus progenitores, sino en lo que le pasó a ella después.

Independencia, de Javier Cercas, está ambientado en el 2025 y no lleva mención al covid. La literatura de los años 20, dice, apenas hace mención al mal que barrió del mapa a millones de personas de una manera feroz.

Habrá personas que no superen el miedo aun vacunadas, majaras de todo tipo, pero vivir es piel, es pasión, es trasnochar, es conversar con un desconocido sentado a tu lado en una estación de tren, es bailar, es desafinar en grupo y a gritos; es un coro en una iglesia evangelista, la música sacra en un templo donde ya no se reza, la vida es una hoguera y una guitarra y un concierto de rock con final en tienda de campaña, la vida son los besos sonoros de los abuelos, la promiscuidad de pelotas y peleas en los recreos de los colegios, es tomar café en una barra mientras pasas las hojas de un periódico de ayer, son los restos biológicos en los libros de las bibliotecas, es un beso en la última fila de un cine, es despedir a los muertos con muchos mocos y muchas lágrimas en un hombro casi anónimo en cementerios donde siempre llueve.

La vida, sea lo que sea, sigue.