«Un amor al alba» con café y tostadas

MERCEDES CORBILLÓN FUGAS

FUGAS

08 jun 2021 . Actualizado a las 15:53 h.

Tengo antojo de mermelada de ciruela. Creo que la he tomado dos o tres veces en mi vida, pero hoy me apetece. Mejor dicho, me apetecía porque tormentito ha bajado al súper y se ha traído provisiones para merendar café con tostadas mientras vemos cómo atardece sobre los tejados de C.

Estos días nos han vacunado a las dos para prevenir distintos virus. Ambas nos hemos quedado algo mustias y con ganas de leer. En su caso, este efecto secundario es tan extraño como en mí la apetencia de los dulces de frutas.

Mi libro de hoy es perfecto para la ocasión. Qué mejor para una tarde de esplín como esta, una tarde de lánguidas e inexplicables tristezas, que la historia de amor de un artista que en vida fue pobre y una poeta a la que nadie lee.

Subrayo algo en casi todas las páginas en las que ahora se refleja la luz naranja del ocaso. A veces, en lugar de acotar una frase pongo signos de interrogación, quizás para recordarme que debo hacer preguntas, constantemente, aunque nunca tengamos las respuestas.

La autora del libro lo hace, escribir mucho preguntándose cosas. Quizás porque escribe de otros que fueron reales y de los que, por mucho que elucubre, solo tiene incógnitas.

Modigliani y Ajmátova se conocieron en un local de París una noche de 1910. La fecha importa cuando ves por primera vez a una persona que instantáneamente imaginas que vas a amar.

No sé qué pasó después, las cartas que le escribió el pintor aquel invierno se perdieron en el fuego censor de la revolución rusa, y yo me he despistado con el vuelo de las golondrinas que van de aquí para allá, de los cables a los árboles, de la teja a la rama, del cielo al suelo. Son un poco atolondradas y vuelan sin ninguna formación. Se parecen a mí.

Dice la narradora de esta novela que no lo es del todo, como casi todas las novelas que leo, que existe el bando de los que sangran y el bando de los que hacen sangrar. También dice que la poeta rusa era una mujer con sed de absoluto, una lanzadora de bombas.

A nadie así le molesta la sangre.

Por aquí solo sangra el horizonte.