Marco Cicala: «Amancio Ortega es fascinante, es como un héroe de novela»

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Marco Cicala ofrece en «Eterna España» una galería de retratos de personajes como Velázquez, el Quijote, la princesa de Éboli, Marisol, Santiago Carrillo o Amancio Ortega
Marco Cicala ofrece en «Eterna España» una galería de retratos de personajes como Velázquez, el Quijote, la princesa de Éboli, Marisol, Santiago Carrillo o Amancio Ortega Cedida

Velázquez, Quevedo, la princesa de Éboli, Dalí, Santiago Carrillo, el Clan Almodóvar, Paco de Lucía, Marisol y Zara, juntos en una curiosa galería con la que el periodista va más allá de la «marca España»

08 may 2020 . Actualizado a las 14:39 h.

España es eterna, escribe el periodista Marco Cicala (Roma), que tenía previsto presentar su galería de ilustres de nuestro país cuando el delirio del covid-19 nos frenó en seco. «Estaba en Madrid, pero tuve que volver a Italia», allí donde le aguardaban su mujer y sus hijas. Pasado y presente se combinan en esta memoria fresca que es Eterna España, que comienza con los enanos de Velázquez y el «verdadero Quijote» para llevarnos, entre otros curiosos lugares, por el Camino de Santiago (Carrillo) hasta el clan Almodóvar o la huella de Zara y el «héroe de novela» que la creó. «El secreto de la 'ortegología' es que no es una ciencia exacta. No existen las ideas fijas en la mente de Amancio. Solo una enorme capacidad de adaptación», señala el periodista italiano, que visitó no solo A Coruña, sino la camisería Gala, para entrevistar a los que la dirigen, los hermanos Martínez Varela, y seguir la pista de «Mr. Zara», que «no solo no se cree Dios, sino que para darle las gracias ha hecho ya cuatro veces el camino de Santiago».

Esta Eterna España, que puede disfrutarse como un paseo sin fronteras de tiempo, a la manera de un vermú que se convierte en comida y esta a su vez en sobremesa sin prisa, nace de la conciencia de un vacío. «Los libros escritos por viajeros italianos sobre España se interrumpían en los años sesenta. A partir de ese vacío empecé este libro de forma anárquica, mezclando pasado y presente, cultura y sucesos», cuenta Cicala.

­-¿Se parecen italianos y españoles, o hay grandes diferencias?

-Somos primos hermanos, pero bastante distintos. La historia, la cultura, la lengua, la mentalidad nos unen, pero el autoritarismo ha marcado a Italia y España de manera desigual. Parece que el italiano sigue siendo más individualista, el español tiene un sentido fuerte de la colectividad.

­-¿Ha encontrado al auténtico Quijote?

-Es imposible. Entrevisté a dos investigadores que hace unos años habían encontrado en los archivos de La Mancha documentos sobre personas que podían tener afinidades con los personajes de la novela, pero don Quijote sigue siendo un mito, tan poderoso en el XXI como Hamlet o Pinocho... ¡o como Spiderman!

­-¿Lo hemos azucarado un poco, le hemos dado un aire demasiado romántico?

-Pero no es culpa de los españoles... Los lectores románticos subrayan sus aspectos trágicos, pero hay un montón de elementos cómicos, como lo explica el gran experto en Cervantes Francisco Rico [también en este libro]. ¿Qué es el Quijote? Como Javier Cercas... el modelo de todas las novelas.

-¿Javier Cercas podría considerarse, dice, el Cervantes de nuestro tiempo?

-No lo sé, pero Cercas está, desde luego, en la descendencia cervantina.

­-Hay un sitio, nos señala, en el que orinaba nuestro admirado Quevedo.

-Sí, la calle del Codo, en el Madrid de los Austrias. Aliviaba la vejiga siempre contra el mismo edificio. Un vecino le dejó escrito: «No se mea donde hay cruces». Y el dejó la réplica: «No se ponen cruces donde se mea». Gran escritor de tratados filosóficos, con una pluma satírica y aguda, y además un conspirador, un hombre muy involucrado en las conspiraciones de su tiempo. Quevedo es una especie de agente secreto del Siglo de Oro.

­-También nos acerca a una revolucionaria mística que eligió la libertad del convento frente a la esclavitud del matrimonio.

-Entre otras cosas... Sí, Teresa de Ávila, de ella me fascina su carácter de beatnik, de mujer andariega pero revolucionaria de la fe. Otro aspecto fascinante es el enfrentamiento que tuvo con Ana de Mendoza, la princesa de Éboli. Cuando se habla de duelos políticos entre grandes personajes siempre se piensa en varones. Aquí tenemos un match de lucha libre entre dos mujeres que son dos inteligencias distintas, la de la mística sutil y la de la mujer palaciega, conspiradora, que se convirtió al final en una mujer sepultada viva. Poderosas las dos.

­-Galicia también existe en su España. ¿Por qué eligió retratar a Amancio Ortega?

-Galicia está en dos capítulos, en el de la Armada Invencible y el de Amancio Ortega. Su figura es fascinante. Los capitalistas españoles han quedado fuera del relato común. La vida de Amancio Ortega es una novela. Cómo empezó de la nada... Desgraciadamente, no pude entrevistarle, no llegué a acceder a él. Amancio ha revolucionado el mercado, rompió el molde y el tópico. Es lo que los americanos llaman un «self made man», es un héroe de novela americana. Normalmente, el rico y poderoso es de otra manera. Él no cumple la imagen común del capitalista ostentoso. Y eso el español lo aprecia.

-¿Por qué lo compara a un presocrático?

-Porque Ortega habla de manera siempre muy escueta. Nos da frases y pensamientos muy cortos. Hay un elemento de sabiduría antigua en la manera de hacer empresa de Amancio Ortega. A pesar de sus contradicciones, España es un país que ha logrado un buen equilibrio entre tradición y modernidad. Y no es fácil.

-Aquí encontramos además, entre otros ilustres o famosos, a Pedro Almodóvar, el equilibrio entre hedonismo y austeridad de Dalí, a una Carmen de Bizet «protofeminista» y la huida y muerte de Machado. También a Miguel Bosé, «que creció jugando al caballito sobre las rodillas de gente como Picasso o Visconti. Descúbranos algo sobre Miguel. ¿Cierto que guarda dos novelas en el cajón?

-¿Del pobre Miguel Bosé? Digo «pobre» porque entrevisté a su madre, y no pude incluir su retrato en el libro. Lucía Bosé era una mujer increíble. Miguel... ¿Qué pasa en la madurez del que fue la transgresión en su juventud, cómo se vive con un pasado de transgresión a los 50, a los 60, a los 70 años? Eso me atrapa en Miguel, como me fascina en Almodóvar, que se ha convertido en un ser melancólico. Según me contó, Miguel tenía un par de novelas escritas, y suele quemar todo lo escribe, pero esas dos novelas, al parecer, se las llevó un editor.