Cuando Spirou encontró a Fantasio

FUGAS

Émile Bravo prosigue recreando los primeros años del pícaro botones belga. Es una de las mejores noticias del fin de verano en el cómic

13 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La década de los treinta alumbró en Bélgica a uno de los personajes mayúsculos del cómic: Tintín. Una figura clave de la cultura europea del siglo XX. Con la magnitud de Hergé no hay discusión. Sucede que casi al mismo tiempo y lugar, Bruselas a finales de los años 30, Robert Velter (con su firma Rob-Vel) dio con un personaje sobresaliente, algo tapado por el reportero del tupé. Era -es- un botones huérfano a quien dio en llamar Spirou, que viene a ser ardilla en idioma valón; un pillín acompañado además de ese animal, a modo de irreverente mascota. Puede resultar paradójico, pero desaparecido Rob-Vel, la obra de Spirou se ha ido agigantando. Y mejorando. Primero con Franquin y luego con una sucesión de creadores invitados que han montado las aventuras como les ha venido en gana. Hace diez años, Émile Bravo, dibujante hispanogalo, se metió a ello y sus trabajos están entre lo más destacado de la serie en sus 80 años. Llega ahora, con el final del verano, La esperanza pese a todo, tercer trabajo que firma sobre el botones y su compañero ¿periodista? (el interrogante es intencionado) Fantasio. Sigue en el punto en que había quedado Diario de un ingenuo, presentando los primeros años de Spirou desde que abandona el orfanato y se asienta en Moustic Hotel como botones, cubriendo así un espacio temporal que había dejado Rob-Vel: ¿De dónde había venido ese chaval? ¿Cómo acabó en Bruselas? ¿Y esa ardilla? Bravo pone además a Spirou frente a un momento dramático en Europa: el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Sigue siendo eso, un crío ingenuo, pero que da los primeros chispazos de picardía y espontaneidad. Una joya que, por fortuna, tendrá (al menos) una segunda parte.

 

ÁFRICA SIN WIFI Y CON PREJUICIOS

Una joven europea, Mar, decide acompañar a su madre a Senegal para ayudar en la construcción de un centro cultural. Probablemente no es el plan de su vida -eso se advierte enseguida, cuando repetidamente la muchacha mira su móvil sin cobertura-, pero los colores, la actividad, el papel de las mujeres, el idioma... terminan por romper el muro de prejuicios que se levanta al otro lado del estrecho. Peca de buenismo en ocasiones Núria Tamarit en esta premiada novela gráfica. O quizá no peca, y el problema está en la mirada contaminada del lector europeo...

REIVINDICACIÓN DE LA MUJER

Han llegado a las librerías, con apenas unas semanas de diferencia, dos trabajos que ponen el foco en mujeres encajadas en un contexto nada amable. Mujeres de Salem es un trabajo durísimo que, bajo el fantasma de la brujería y la inquisición popular, construye una historia sobre la dominación machista. Thomas Gilbert monta su particular versión sobre el juicio histórico de Salem del siglo XVII, sobre la pérdida de la libertad individual y el triunfo del miedo. Impecable en el dibujo y la puesta en página. La segunda obra, El silencio de Malka, es una reivindicación de las raíces y del papel de la mujer hace casi doscientos años. En realidad, la vida de la abuela de Jorge Zentner, guionista, con el espléndido dibujo de Rubén Pellejero.

UN ÍNTIMO OSCAR WILDE

Javier de Isusi es uno de los autores contemporáneos más interesantes que ha dado el cómic español en últimos diez años. Su serie ambientada en América Latina o He visto ballenas, sobre ETA, son obras fabulosas. Ilustrar El diario de Dorian Grey le dio una pista y ahora recrea los últimos años del creador dublinés en La divina comedia de Oscar Wilde. Es un trabajo denso, a veces difícil de seguir por la sucesión de personajes. Detallista y documentado, Isusi lleva al lector por las calles de París con diálogos imposibles y ficcionadas entrevistas con quienes acompañaron a Wilde hasta el final. Dibujo difuminado, sugerentes secuencias sobre las debilidades de Wilde y planchas oníricas rompen con una biografía nada convencional.

A DOS MANOS Y CUATRO VIÑETAS

El argentino Ed Carosía es un dibujante con un catálogo de registros sorprendente, como se advierte en sus colaboraciones en La Voz de Galicia. Acaba de firmar con Víctor Malagrino en Pomo! 180 microhistorias, píldoras de cuatro viñetas de humor blanco, con dobles y triples intenciones. Un manual contra los malos momentos con un estilo nada ortodoxo.