¿Qué libro regalarías a una mujer presa?

FUGAS

Tuchi

El proyecto «A las olvidadas» ha llevado en el último año a reclusas de cinco cárceles más de 3.000 ejemplares donados y dedicados

19 jul 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Contra el olvido, el regalo de las palabras. Contra las rejas, la lectura. Esta es la fórmula mágica de A las olvidadas, un proyecto social que desde hace un año lleva a reclusas de cárceles españolas libros donados y dedicados con los que pretende hacerlas visibles y ayudarlas a evadirse del cautiverio físico con la libertad mental que dan los libros. El proyecto nació con una pregunta colgada en las redes sociales: «¿Qué libro le regalarías a una mujer que está en la cárcel?», y la respuesta -nada fácil- ha servido para poner en marcha el engranaje de una pequeña gran revolución: la de pararse, por fin, a pensar en ellas.

«Piénsalo bien, sin juzgar. Hazte con ese libro, escribe una dedicatoria y envíanoslo». Estos eran los pasos con los que la promotora de la iniciativa, la publicista María Rufilanchas, animaba a participar en aquella primera convocatoria, lanzada en mayo del 2018 a través de su marca social Teta&Teta. Daba igual que fueran libros nuevos o usados. La clave era elegir y dedicar. «La dedicatoria suma, es importante, le da el punto humano, es una voz, les reconfortará, seguro», insistía entonces.

La apabullante respuesta se materializó en más de 600 libros donados en apenas cuatro semanas, que fueron documentados antes de llegar a su destino: el módulo de mujeres de la prisión de Soto del Real, en Madrid. «El encuentro fue muy bonito, muy turbador. Se te rompe el estereotipo de mujer reclusa, y te das cuenta de que ahí hay muchas chicas jóvenes, latinoamericanas, la mayoría por droga, y que podría ser yo, mis amigas... Eran como 60 mujeres y fue increíble», recuerda la organizadora de aquella primera reunión del 6 de julio del 2018, un par de horas que a ella la atraparon como una droga y que para las reclusas fueron un inesperado y emocionante regalo.

Así lo cuentan en la web del proyecto: «Al final del encuentro [...] una de ellas pidió la palabra para dejarnos mudas». Se llamaba Merci, era una nigeriana alta de «mirada herida», que respondió con su particular castellano a lo que acababa de recibir: «En nombre de todos, muchas gracias. Por lo menos, hay alguien ahí que está pensando en nosotros. Porque nosotros siempre estamos pensando que nadie está ahí. Yo lo llamo 'último rincón del mundo'... Tengo dos nombres de la prisión: 'último rincón del mundo' y 'cementerio de los vivos'. [...] Muchísimas gracias». Entonces se le quebró la voz entre el aplauso de sus compañeras.

Estar en prisión es como lo cuenta Merci: ellas son invisibles, pero sobre todo olvidadas. Por eso Rufilanchas bautizó así el proyecto, A las olvidadas, para subrayar el punto de responsabilidad social que tiene el verbo olvidar, que ella también conjugó durante mucho tiempo. «El tema de las reclusas era algo en lo que nunca me había parado a pensar. Nunca», confiesa mientras recuerda el trabajo previo de documentación que la llevó a descubrir «todo el pastel», que no es otro que «la desigualdad bestial» entre hombres y mujeres que existe, también, en la cárcel.

De esa brecha dieron fe las reclusas cuando dos meses después enviaron una carta agradecida en la que animaban a Teta&Teta a seguir con el proyecto e insistían en la huella que el encuentro les había dejado. «Por primera vez hemos visto con un libro en las manos a mujeres que antes no tenían esa inquietud, el sentimiento de que algo nos pertenece, que es exclusivamente para nosotras, en un lugar donde el machismo está presente en cada momento. No penséis que ha sido un día, qué va, las chicas siguen leyendo», escribía en nombre de sus compañeras una de las internas, quien confesaba su fascinación por las dedicatorias: «Para que os hagáis una idea, ese día abrí unos 50 libros, solo para leerlas», escribió.

«Esto es como cuando pruebas el chocolate, pero más. Me limpia el alma»

«Siempre que te sumerjas en sus páginas, recuerda esto: no estás sola», dice una de ellas. Otra reproduce, junto al dibujo de un pájaro con las alas extendidas, una cita de Virginia Woolf que es como un conjuro: «No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente». Y acompañando una novela de Ray Loriga una donante recuerda: «Afuera hay alguien que cree en vos». Y así hasta superar las 3.000, que se han ido acumulando en los últimos meses, en los que Rufilanchas, con la ayuda de voluntarios y la colaboración de la poeta Ajo y las ilustradoras Tuchi y Monstruo Espagueti, ha repetido la experiencia en la cárcel de Estremera, en la unidad de madres de la prisión de Aranjuez, en Alcalá Meco y en León.

Tuchi

«Tras el primer encuentro me engancho y quiero seguir. El cuerpo me pide ir a todas las cárceles que pueda, hacer un documental, editar un libro con las dedicatorias... Iba a ser una cosa puntual, pero esto es como cuando pruebas el chocolate, pero más. Me limpia el alma», reconoce la publicista, que ha visto replicarse su proyecto en Chile y ha recibido mensajes desde México, Francia, Barcelona o Navarra para continuar con la iniciativa.

Para la creadora de Teta&Teta, la última parada hasta ahora ha sido el módulo de mujeres de la cárcel de León, que ha visitado esta semana, en el que ha sido el quinto encuentro de A las olvidadas. El siguiente paso está en el aire. «Depende de la financiación», responde la publicista, una financiación a la que no están sujetos sus sueños. «A Galicia me encantaría ir, me encantaría», es uno de ellos.