Jon Hamm: «Don Draper me enseñó lo que no debo hacer»

MARÍA ESTÉVEZ

FUGAS

TIMOTHY A. CLARY

Es difícil separar su rostro de la imagen de Don Draper. Incluso a él le costó en su vida personal

19 ago 2018 . Actualizado a las 14:32 h.

Ya se exhibe en los cines españoles El rehén, protagonizada por Jon Hamm. El actor, conocido por la serie televisiva Mad Men, regresa a la gran pantalla con un personaje entre James Bond y el publicista neoyorquino Don Draper que lo consagró con un Globo de Oro. Es un suspense político en el caótico Líbano de los primeros ochenta, en plena guerra civil y justo antes de la invasión israelí de 1982. Hamm se transforma en Mason Skiles, un diplomático norteamericano destinado en Beirut con la misión de espiar a unos y a otros. La vida después de Don Draper le trajo el divorcio de Jennifer Westfeldt y una terapia para superar su adicción al alcohol. Ahora vuelve a la primera línea, aunque con más autocontrol. «Soy vanidoso, soy actor, pero la fama no me vuelve loco», asegura.

-«El rehén» transcurre hace más de 35 años, pero los problemas que cuenta son muy parecidos a los de hoy en día.

-Cuando la conversación termina empieza la guerra. Creo que todavía hay un camino diplomático capaz de resolver el problema. Sinceramente lo pienso. Mi personaje considera a todos los seres humanos iguales, aunque pertenezcan a distintas culturas y religiones. Nadie nace con odio en su corazón. Mason trata de recordarnos que la lucha ya ha sido demasiado larga y encarnizada.

-¿Habló con el guionista y el director sobre los conflictos de hoy en día en Oriente Próximo?

-Soy un optimismo eterno y creo en la posibilidad de una solución. Nuestra realidad política depende de la condición humana. Vivimos tiempos extraños, no hay duda, pero podemos cambiar la situación. Nuestro trabajo, como ciudadanos independientes, es encontrar soluciones para quien más lo necesita.

-¿Qué le llamó más la atención del guion?

-Tras conocer la historia descubrimos que los problemas latentes en Beirut nunca se resolvieron, pese al tiempo que había transcurrido. El terrorismo internacional institucionalizado fue financiado hace treinta años. Esa es la rampa de salida del fuego que nos rodea.

--«En la vida no nos detiene la vejez sino las ganas de continuar». ¿Es una frase suya?

-Sí. Creo que tiene que ver con la vida de los actores. Nos pagan por vivir, por disfrazarnos, por pretender que somos más jóvenes, por una energía artística que, en ocasiones, no tiene nada que ver con nuestra realidad. Yo trato de conectar, de mantenerme joven, de despertar al niño que llevo dentro, de buscar la felicidad. A veces lo consigo, otras veces no.

-¿Quiere decir que es importante vivir la realidad?

-Exactamente. Todos nosotros nos olvidamos de pasar tiempo en familia, con nuestros amigos, de conectar directamente con las personas y pasar un buen rato. De eso trata la vida. Ese es mi mensaje. No quiero hacer películas políticas ni controvertidas, quiero divertirme, disfrutar. Quiero inspirar a través de mi trabajo a otras personas y que, como yo, den un paso a un lado y no se dejen llevar por la vorágine que nos rodea.

-¿Sabe que será siempre Don Draper, el ejecutivo de «Mad Men», el «hombre perfecto»?

-Esa es una idea absurda. Ha sido maravilloso formar parte de una serie considerada un icono de la televisión. Sé que mi fama, en todo el mundo, se la debo a Mad Men y no huyo de ella, la acepto. Pero también me siento orgulloso de los otros proyectos, los que no han tenido el mismo éxito. Aquella serie me abrió las puertas, pero ahora estoy en otro capítulo de mi vida.

-¿Qué aprendió del personaje que interpretó en «Mad Men»?

-Que es lo que no debo hacer. Aprendí que yo no era Don. La gente vio el lado oscuro de Draper y le aceptó. Eso fue peligroso para mí. No entendía como la audiencia aceptaba y se enamoraba de un tipo tan poco ético y sin valores morales. A mi Don Draper me confundió.

-¿Alguna vez pensó en rendirse?

-No, aunque tuve reveses. A mis 29 años dejé mi trabajo de camarero en el restaurante y me sentí bien. Pensé que iba a ser capaz de ganarme la vida actuando y funcionó. He sido maestro de guardería, peluquero, obrero de la construcción, reponedor de supermercado. He hecho muchas cosas y, todo eso, te hace ser quien eres. Nunca tuve miedo de quedarme un día sin trabajo. Tampoco tengo miedo a tener mucho trabajo. Si la actuación no funciona, me dedicaré a reparar utensilios de hogar porque soy un manitas.

-¿Cuál es su próximo proyecto?

-Estoy filmando una película en Los Angeles, con Natalie Portman. Realmente disfruto dirigiendo. Es como un rompecabezas. Me gusta juntar piezas. Puedo verme dirigiendo de nuevo. Probablemente más en televisión que en el cine. Me gusta ser el conductor del tren.