J (Los Planetas): «Me puedo considerar musulmán»

Javier Becerra
JAVIER BECERRA REDACCIÓN

FUGAS

J, CANTANTE DE LOS PLANETAS, EN EL  ATLANTIC FEST DEL 2017
J, CANTANTE DE LOS PLANETAS, EN EL ATLANTIC FEST DEL 2017 MÓNICA IRAGO

El próximo domingo Los Planetas actúan en Galicia con un formato insólito. Reducidos a trío, J, Florent y Banin repasarán su repertorio de un modo muy diferente al usual en ellos. Son el plato fuerte del festival interdisciplinar Arty! que empieza el domingo en la sala Moon 57 de A Coruña

30 jun 2018 . Actualizado a las 18:44 h.

¿Los Planetas en acústico renunciando al ruido? Esa es la pregunta que se hicieron la mayoría de los fans cuando se supo que iban a tocar en el festival Arty. «No te creas. También hay ruido. Florent mete sus guitarras eléctricas y sus pedales. No es un acústico, solo un formato reducido», aclara J (en el centro de la imagen), cantante y guitarrista del grupo.

-«Islamabad», la canción que abre su último disco, sigue impresionando. ¿Quería explicar algo muy grande ahí?

-La parte final de composición la hicimos pensando en una especie de introducción al álbum, que reflejase todas las ideas que luego se desarrollan de una forma más metafórica. Está hecha sobre una métrica del hip-hop, de la canción de Yung Beef Ready to morir. Sobre ello, fui encajando esas ideas. Es una introducción muy explícita. Porque luego salen canciones que hablan sobre relaciones interpersonales elementales, pero vistas como una acción política o algo así.

-El verso «Me estoy cayendo parriba» es una imagen muy poderosa. ¿Es eso lo que os atrapó para tirar de ahí?

-Esa canción y otras muchas de Yung Beef me pillaron totalmente. Empecé a tocarla con la letra que hacía él, pero luego no me atrevía. Es una canción muy clásica, con una secuencia de acordes muy parecida al Hotel California de Eagles. Nos gustaba mucho desde el principio y creo que la hemos resuelto bien. Es muy larga, con una letra compleja y una filosofía novedosa en nosotros.

-¿Por qué remarca el acento en ella?

-He usado mucho el acento andaluz con Grupo de Expertos Sol y Nieve. Pero aquí me gustaba más el castellano por ser más universal. Ahora ya no lo tengo tan claro. En ese caso me influyó mucho Yung Beef, con ese acento granadino suyo tan cerrado, tan de él. Me pareció un acento muy potente. Y creo que para esa canción es perfecto.

-Tras escucharla surge una pregunta: ¿Se ha hecho musulmán?

-Tengo entendido que para ser musulmán solo te hace falta creer que hay un solo Dios y que Mahoma es el profeta. Yo estoy de acuerdo con eso. Así que me puedo considerar musulmán, sí.

-Sus letras cada vez son más sencillas y claras. ¿Hay un esfuerzo por depurar el lenguaje de metáforas?

-En general, siempre intentamos hacer las cosas de la forma más simple posible. Me encanta que se depure eso. Soy muy fan de grupos como Él Mató a Un Policía Motorizado. Con una sola frase pueden condensar una idea muy poderosa. Las letras flamencas también tienen esa habilidad de síntesis. Usan palabras fuertes y poderosas. También la música.

-Habló mucho en la promoción del disco de anticapitalismo. ¿Se puede hacer un disco anticapitalista en una estructura económica como la que se mueve Los Planetas? ¿No es algo contradictorio?

-Vamos a ver, es contradictorio vivir en un mundo capitalista. Creo que cualquier acción que hagas en un sistema económico basado en el capital y el dinero tiene que tener una visión sobre esa forma de organización económica. Lo dice la última canción, Guitarra roja. Está sacada de una guajira clásica de los años veinte de Argentina. La cantaban los anarquistas. La idea del disco es llevar a tierra la utopía de esa forma de organizarse, basada en la idea de Hakim Bey. Se trata de hacer pequeñas zonas autónomas donde la libertad sea posible y se salvaguardan de la influencia del poder, mientras sea posible. Todo hasta llegar a una zona más estable, una zona autónoma permanente. Lo que intentamos es hacer una acción política dentro del sistema político en el que nos movemos, que no hay otro. No hay otro tipo de relaciones económicas más que las capitalistas, por desgracia. Hay que intentar buscar otra forma de organizarse. 

-En los noventa, cuando ficharon con una multinacional, defendían la idea de la revolución desde dentro. ¿Es esto una continuación de aquello?

-Sí, es lo mismo. La idea del indie como estructura industrial alternativa a la establecida ha calado en España de forma brutal. Si antes el mainstream ocupaba el 95% del espacio, ahora se ha abierto todo. Los festivales supusieron una forma de organización alternativa en los noventa. Entonces, no había sitio para artistas fuera de lo estándar. La idea que queremos transmitir es mantenerse fiel a ese espíritu independiente frente a la presión del dinero y el capital y encontrar espacio en donde podamos seguir desarrollando esas tareas.

-Ahora se cuestiona eso. Se dice que el «indie» es un producto de mercado y políticamente de derechas. ¿Qué piensa?

-Todo está dentro del mercado. Es que no hay otra cosa que mercado. Todas las relaciones humanas se producen dentro de un mercado y este mercado está regulado por el capital. Eso deberíamos de cambiarlo, pero no lo hemos logrado. Hay una crisis bastante importante en el sistema actual y creo que es el momento adecuado para hacer el cambio, que el pueblo, la gente y la mayoría de nosotros tengamos más capacidad de decisión sobre las cosas. Que haya mayor democracia y que podamos intervenir más en las instituciones. El paso final debería ser la abolición del Estado y que no necesitemos ese tipo de normas para poder convivir entre nosotros pacíficamente.

-¿Anarquismo a corto plazo?

-Este tipo de anarquismo que propone Hakim Bey me parece muy interesante. 

-Están preparando un disco con El Niño de Elche. ¿Qué tienen previsto hacer?

-Hemos hecho un par de sesiones grabando algunos temas. Es todavía muy pronto. No sé muy bien a dónde llegará.

-Teniendo en cuenta su trayectoria y la de ustedes, parece una colisión entre dos renovadores del flamenco.

 -Para nosotros es importante contar con él porque él sí que es un flamenco auténtico. Hemos llegado un poco tarde  ese mundo y no tenemos autoridad. Él sí, de chico vivió ese mundo de forma intensa y creo que tiene autoridad para transmitir sus ideas de renovación para que el flamenco siga siendo un arte vivo y popular, que siga estando al servicio de la gente. Sus ideas son muy buenas, aunque puedan parecer a veces un poco provocadoras y radicales. Tienen un trasfondo realmente lógico.    

-Se cumplen este año 20 años de «Una semana en el motor de un autobús» ¿Fue el disco con el que ustedes y mucha otra gente se dieron cuenta que era posible un «indie» sólido en España?

-Sí, se dieron pasos en ese sentido. Entró Erik, que era un músico profesional, con trayectoria y nombre dentro del circuito del rock más tradicional. En ese álbum dimos pasos para acercarnos a ese público y este se unió. Entró un poco en esa nueva forma de hacer música. Fue muy importante. El disco contribuyó a eso, con un sonido más estándar y clásico. Antes nos habíamos empeñado en acentuar la parte lo-fi del sonido, la más casera, la que daba un toque más personal. Aquí no, quisimos subir a algo más estándar. Eso nos abrió a más gente. Eso absorbió a mucha gente de la industria del rock anterior.

-Lo recuerdo como el disco con el que algunos roqueros empezaron a apreciar a un grupo que antes detestaban. Creo que la puerta de entrada fue exactamente la batería de «Segundo premio».

-Sí [risas]. Teníamos mucha intención. La pusimos de primera. Kurt Ralske trajo a un ingeniero que había trabajado con The Cure para grabar la batería. No habíamos hecho nunca nada así. Antes se hacía todo de modo más casero. Ahí demostramos que también podíamos hacerlo. Entró mucha gente del rock, que igual no entendía antes esa parte más política.

-¿Parte política? ¿Cree que el sonido «shoegaze» de la primera etapa de Los Planetas era una acción política?

-Hombre, claro. Todas esas bandas de indie inglés americano, como Hüsker Dü, McCarthy o los Smiths eran marcadamente políticos. Nosotros estábamos buscando ese mismo sonido. Queríamos introducir en una multinacional ese toque más casero, más barato y más fácil de conseguir. Ahora todo ha cambiado mucho y puedes grabar en casa. Pero antes había que ir a un estudio profesional.

-Le confieso una cosa. Cuando tocan en directo «La caja del diablo» y veo a 3.000 personas coreándola aún me parece un milagro.

-Te agradezco que lo pienses así [risas]. Aquellos temas estaban hechos con una intención muy alternativa y muy indie.