Los premios Grammy han otorgado la corona pop a Bruno Mars. Su música recicla a artistas como James Brown, Elvis Presley o Michael Jackson con una chispa que ha enamorado al gran público
03 feb 2018 . Actualizado a las 01:14 h.Siempre sucede. Se podría decir que se trata de un mecanismo de defensa de la intelligentsia musical. Un artista obtiene un éxito total y, automáticamente, se le empieza a cuestionar. Que si no es para tanto. Que si sus canciones son copias de otras mejores. Que si hay otros artistas que deberían estar en su lugar. Que si directamente es un bluff. ¡Ays! ¿Qué sería de la crítica musical sin este acción-reacción? Le ocurrió a Oasis. Le ocurrió a Beyoncé. Le ocurrió a Amy Winehouse. ¡Le ocurrió incluso a Nirvana en su día! Y le está ocurriendo ahora mismo a Bruno Mars, el flamante vencedor de la última entrega de los Grammys.
El gran público adora a Bruno Mars. Los especialistas, sin embargo, lo miran como un sospechoso. Todo pese a que sean incapaces de mantener los pies quietos en cuanto suena Uptown Funk o 24K Magic. En efecto, la música de este menudo músico hawaiano tocado por la varita mágica resulta irresistible en el tú a tú. Dibuja sonrisas. Eleva el ánimo. Hace sentir al oyente viviendo dentro de un videoclip, sacando morritos, mientras la música se extiende por el cuerpo. Incita a perder la compostura y la vergüenza. Sus canciones, que remiten a artistas como James Brown, The Police o Prince entre muchísimos otros, logran exactamente eso. Y eso sienta de maravilla.
Ante algo así, poco se puede hacer desde el ceño fruncido crítico. Bruno Mars ha conquistado el mundo. Lo de los seis Grammys logrados el pasado domingo (entre ellos el de mejor álbum del año por 24K Magic) supone solo la fotografía-resumen de ese éxito. Pero, lógicamente, la historia viene de muy atrás. Concretamente, hace 30 años, cuando el artista apenas tenía dos. Las biografías recalcan que a esa edad ya empezó a mostrar el instinto musical en Hawái. Criado en una familia de músicos, se puso a hacer espectáculos en la banda que dirigía su padre. Y se empapó de música reggae, pop, hip-hop, soul, funk y r&b.
«Quiero ser artista»
La vida de Bruno Mars recuerda a esas leyendas de folclóricas patrias que un día dijeron: «Mamá, quiero ser artista». Eso sí, a lo americano lógicamente. Fan de Elvis Presley y Michael Jackson desde niño, siempre tuvo claro el sentido del espectáculo. No servía solo cantar bien o hacer buenas canciones. No, había que irradiar la misma fascinación que él recibía cuando veía a esos artistas en la televisión. En 1992 apareció cuando solo tenía 7 años imitando a Elvis en la película Honeymoon in Vegas. Daba cuenta ya de su desparpajo.
Como ocurría con su adorado Michael Jackson, la visión infantil ha quedado fija en Bruno Mars. El niño que cándidamente imitaba a otros, ahora es imitado cuando sube a un escenario. Su imagen impacta. Su modo de bailar enamora. Y sus canciones tienen todo lo que un infante desea para darle un empujón al Cantajuegos e introducir al cantante en su vida. De hecho, es uno de los artistas que más gusta a los niños en la actualidad, algo que explica su éxito global. Como Lady Gaga, Taylor Swift o Beyoncé, se trata de un artista intergeneracional. No hay que hacer el más mínimo esfuerzo para terminar tarareando sus canciones, comprando sus discos y llenando sus conciertos. El pop elevado a la máxima potencia.
Pero vayamos al pasado otra vez. A los 17 años, Bruno Mars se trasladó a Los Ángeles para profesionalizarse. Se enroló en la Tamla Motown, aunque sin mucho éxito. Luego saltó a Atlantic. Pero tardó en explotar. La primera detonación seria llegaría con Doo-Wops & Holligans (2010), un disco del que despachó cerca de dos millones de copias. Ponía las cartas boca arriba, apelando al reggae, el funk-rock y el pop con vocación de himno. Todo ello perfectamente arreglado y con una interpretación siempre en su punto.
Sería el punto de partida de una carrera que catapultaría con Unorthodox Jukebox (2012) y, concretamente, con su irresistible single Locked Out Of Heaven. Ahí sí que trascendió. Conquistando las radios, las pistas de baile y los teléfonos móviles, colocó a Bruno Mars entre los favoritos de la industria y del público. Algo que su último trabajo, 24K Magic (2016), no ha hecho más que consolidar. Todo pese a esa sospecha que merodea en el ambiente, ampliamente neutralizada por la excitación que se genera en cuanto suena una de sus canciones.
Cinco temas imprescindibles
“JUST THE WAY YOU ARE” (2010)
Así lo conocimos, en plan romántico, hinchando pecho en el estribillo y dejando un videoclip precioso.
“LOCKED OUT OF HEAVEN” (2012)
Sí, el reggae con extra de electricidad a lo The Police es el punto de partida de este temazo con el que nos conquistó.
“UPTOWN FUNK” (2014)
Su alianza con Mark Ronson se saldó con una de las mejores canciones de la década. ¡Imposible no bailar!
“24K MAGIC” (2016)
Un puente entre el rap y el funk-pop ochentero sirve para que el artista camine con un agradable toque retro.
“THAT’S WHAT I LIKE” (2016)
Más aromas de la primera mitad de los ochenta. Esta canción bien podría estar en el Thriller de Michael Jackson.