¿Quién es la reina del pop?

Carlos Pereiro

FUGAS

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Desde Madonna muchas artistas han optado a poseer una corona que poco tiene que ver con los lazos familiares a la hora de heredarse, y sin embargo sí guarda relación con el talento propio, la capacidad de interpretar y, sobre todo, conquistar al público de manera incontestable

27 oct 2017 . Actualizado a las 11:01 h.

Años atrás, la música y su interpretación eran ligeramente más sencillas. Se trataba de una cuestión de números. Menos géneros, menos público. Aquel que poseía el título de rey partía de una aprobación popular masiva. Elvis en el rock, Michael Jackson en el pop, y, cómo no, Madonna era la reina en el mismo género. Curiosamente, si bien nadie ha optado por tratar de heredar las dos primeras coronas, en la femenina sí ha habido siempre más competición propagandística y opinión popular. ¿Quién es la nueva reina del pop?

Quizás merezca la pena establecer cierto contexto. El pop tiene también sus formas, y en el siglo XXI la mezcla y la fusión de géneros se ha convertido en el día a día. Es por eso que de existir una lista de candidatas a reina del pop se deba evitar incluir ciertos nombres, no por falta de talento, sino por su tendencia a acercarse más a un estilo que a otro. Beyoncé, por ejemplo; es más cercana al R&B, igual que Alicia Keys o incluso la mismísima Rihanna, aunque su éxito mundial y sus coqueteos con el pop, la han convertido en una candidata digna de mención.

Claro que la experiencia es un grado. Ariana Grande es poseedora de una voz única. También Miley Cyrus ha sabido comportarse como una auténtica estrella (con sus luces y sus sombras en ese campo tan fértil que es para la polémica la fama), al igual que Selena Gómez, o la gran Meghan Trainor, que solo ha publicado una canción en el 2017, pero que arrasó un año antes. Todas ellas han demostrado capacidad vocal y coreográfica, pero su juventud es demasiado evidente. Solo Selena Gómez alcanza el cuarto de siglo, el resto, aún son recientes veinteañeras. Queda mucho que demostrar y mantener antes de optar a formar parte de la aristocracia musical.

En marzo del 2010, Kylie Minogue fue declarada por los investigadores la celebridad más poderosa en Gran Bretaña. La australiana fue entonces la artista más cercana a darle el relevo pop a Madonna. ¿El problema? El actual olvido hacia la diva hace que las nuevas generaciones no la tengan entre sus favoritas. Se esperaba un disco suyo este año, pero aún no ha visto la luz. Aunque curiosamente su último álbum la inició en el género navideño, se atrevió a reinventar los villancicos y funcionó mejor de lo esperado.

La enemistad entre Katy Perry y Taylor Swift es más que un rumor, como ha quedado patente en declaraciones y canciones. De una relación idílica, dueto incluido, se pasó a una Swift escribiendo Bad Blood en el 2014, en la que acusa a Perry de haberle robado a sus bailarines. Tiempo más tarde, tras unas declaraciones de Calvin Harris en contra de Swift, la cantante de Roar publicó en su Twitter: «El tiempo, el verdadero encargado de contar la verdad». Recientemente lanzó Swish, Swish, dedicado a Swift y ya son oficialmente enemigas íntimas.

Pero más allá de las anécdotas ambas han cosechado importantes éxitos. Son queridas y admiradas por una gran comunidad de fans, aunque quizás les falte ese punto de diva, esa encarnación de innovación que la reina del pop, Madonna, siempre poseyó e instauró en el género. Una mezcla entre talento, extroversión y polémica ácida.

Todas esas cualidades sí se han dado en la carrera de Lady Gaga, que desde el underground neoyorquino se labró una discografía con base en su buen hacer en el canto y el piano. Ha creado polémica, sus trajes han marcado una época dentro de la industria pop; ha cosechado éxitos masivos como Bad Romance o Poker Face; y las comparaciones con Madonna han sido una constante. Es la más veterana de esa posible lista de candidatas a la corona (31 años) y posee un ejército de «little monsters», con millones de fans en todo el mundo. ¿Es la reina del pop actual? Desde luego, tiene la mejor mano de cartas sobre la mesa.