«En mis conciertos acabamos todos al borde del precipicio»

Carmen García de Burgos

FUGAS

Cedida

Si crees que el soul no te gusta, o lo identificas con música triste, tienes que ir a ver al madrileño-gallego cuyas composiciones admiró el propio Paul McCartney

25 feb 2017 . Actualizado a las 05:35 h.

Su mejor concierto fue en Bermeo, ante unas sesenta personas a las que pidió que subiesen al escenario, se bajó él a la pista y comenzó a bailar de todas las formas ridículas posibles mientras se lanzaba al vacío musical improvisando y sus músicos trataban de seguirlo. Fue, de hecho, su mejor momento musical. No cuando teloneó a Amy Winehouse, ni cuando compartió escenario con Eli Paperboy Reed. Ni siquiera cuando recibió del mismísimo Paul McCartney el reconocimiento a la mejor composición de su promoción del Institute for Performing Artists, en el que fue becado. Pero entonces vivía en Liverpool y acababa de comenzar su carrera.

Esto debería bastar para hacerse una idea de cómo es un concierto de Juan Zelada. «Por mucho repertorio que escriba, que piense o que ensaye con mi banda, lo cachondo, como nos pasó hace unos meses en Bermeo, es que por mucho que yo tenía un repertorio, les iba improvisando y me iba espontáneamente por los cerros de Úbeda. Digamos que en las canciones había muchos finales abiertos y yo pedía y exigía, con el nivelazo que tienen mis músicos, a veces esa cosa de «vamos a improvisar este final, vamos a comunicar con el público». Eso añade a la diversión que todos estemos al borde del precipicio, de decir «me caigo, me caigo, pero qué divertido a la vez». Y eso lo mantenemos, sobre todo porque las canciones alegres se prestan mucho a ello, pero hay mucho de sorpresa y de integración con el público, que no esté cruzado de brazos solo escuchando, sino que esté formando parte de ello».

Aunque madrileño de nacimiento, dice que regresó de Londres -donde vivió siete años tras Liverpool y donde grabó sus dos primeros discos- porque lo que tenía era morriña de Galicia. Fue aquí donde se crio en la música. «Mi padre también es autodidacta y tocaba la guitarra en casa y era un loner. Tenía muchos hermanos con los que se ponía a tocar, y nacimos nosotros, y las distintas generaciones fuimos aprendiendo de ellos lo que podíamos, y ese era el ambiente... Recuerdo veranos de encerrarnos en sesiones eternas de Knocking on heaven’s door, Hotel California... Nos intercambiamos instrumentos de todo tipo, bromas y chistes, y luego volvías a la realidad de tus estudios o trabajo y era como el día y la noche», cuenta.

Entonces, ¿qué es lo que lleva Juan Zelada al abismo? ¿Qué salió de toda esa amalgama familiar musical? Hay quien dice que el soul, pero el joven (cuenta aún con 36 años) puntualiza que se trata de música anglosajona con influencia negra. Y matiza que lo que él hace, «sería mainstream en Inglaterra, o como un John Mayers en EE.UU. o un Paolo Nutini en Reino Unido, y aquí es mas limitado porque a la gente le cuesta todavía adaptarse al inglés, pero luego veo en los directos y festivales que llena los estadios, y es contradictorio que la gente tenga tantas ganas de buenos directos y luego no lo respalde desde aquí. Creo que es una cuestión cultural de muchos años». Y aprovecha para lanzar una pequeña queja, sobre todo ahora que se trata de defender a su nuevo pequeño, el tercero, Be somebody, que presentó anoche en Santiago, esta noche en Mardi Gras (A Coruña), y mañana en El Contrabajo (Vigo).

Aún así, no deja indiferente a nadie que lo haya visto sobre un escenario. Él asegura que es el «derroche de energía» que nadie se espera cuando va a verlo, y lo cierto es que estamos cada vez menos acostumbrados a ver alma y vida, música pura, encima de un escenario. Sin fuegos artificiales.

viernes, 22.00. mardi gras ENTRADAS 8-12 EUROS