Viaje a la noche final de la literatura

FUGAS

25 nov 2016 . Actualizado a las 05:15 h.

Un día de 1939, tras mucho bucear y explorar, James Joyce llegaba al final de la literatura. Sucedió cuando, después de 628 páginas, el narrador irlandés escribió al pie de la última: “París, 1922-1939”. La literatura estaba terminada. Ya nadie podría ir más allá. Joyce había alcanzado el fondo mismo de las letras. Y había regresado para contárnoslo. La crónica de aquel viaje a la noche final de la literatura la tituló Finnegans Wake.

Al construir este laberinto de idiomas cruzados y neologismos Joyce había traspasado los límites del lenguaje. Pero después de esas 628 páginas torrenciales, fabulosas, épicas e indescifrables, la literatura, los escritores, los lectores, hicieron como si nada de eso hubiese pasado y siguieron a lo suyo. Como si James Joyce no hubiese tocado con las manos el abismo último de la narrativa. Algo parecido había ocurrido solo unos años antes, en 1931, cuando Kurt Gödel puso en cuestión los fundamentos de las matemáticas con un par de teoremas. Parecía el apocalipsis, pero, por supuesto, como sucede siempre que acontece un apocalipsis, todo siguió su curso natural y los matemáticos continuaron con sus conjeturas y sus corolarios.

Casi 80 años después de aquel seísmo, el sello argentino El Cuenco de Plata publica la primera versión íntegra de Finnegans Wake en español. Marcelo Zabaloy firma la traducción de este libro intraducible, donde los idiomas y las palabras se funden en una corriente inabarcable.

No sé muy bien por qué, tal vez porque mis dos ejemplares proceden de la misma pequeña librería de Bozeman (Montana), pero siempre que pienso en Finnegans Wake y su prosa oscura, nocturna, por momentos ininteligible, recuerdo una frase de Norman Maclean en El río de la vida: «Se puede amar totalmente sin comprender totalmente». Eso mismo es lo que nos pasa, todavía hoy, a los asombrados lectores de James Joyce.

«FINNEGANS WAKE»

AUTOR JAMES JOYCE EDITORIAL EL CUENCO DE PLATA

628 PÁGINAS; 33 EUROS