La Negra: «Imitaba a Michael Jackson frente al espejo y creo que algo quedó de ello en mí»

Javier Becerra
JAVIER BECERRA A CORUÑA

FUGAS

Amparo Velasco  La Negra
Amparo Velasco La Negra

Rara avis en la música nacional, Amparo Velasco traza un triángulo entre el flamenco, el soul y la música caribeña. El sábado actúa en el Garufa Club de A Coruña (22.30 horas, 15/ 18 euros) dentro de los Conciertos 1906

14 oct 2016 . Actualizado a las 18:26 h.

Amparo Velasco, la mujer que habita en el alias artístico de La Negra, ha llamado a su último disco Colores (2015). Se trata de un símbolo del cromatismo sonoro e interpretativo de este. «Siempre intento hacer discos variados, pero este parece que lo ha sido un poco más -explica-. Me gusta sorprender a mi público con cosas nuevas».

-¿La fusión, por decisión o por necesidad?

-Por necesidad, no. Es algo natural. Simplemente sale así. Luego la gente lo descompone, pero en mi caso sale inconscientemente.

-¿Y la matriz cuál es?

-El flamenco, por supuesto.

-¿Quiere ensanchar sus limites cuando hace música?

-Intento dejar huella con mi forma de sentir el flamenco, porque el flamenco, haga lo que haga, siempre estará ahí.

-Parece que en los últimos años el flamenco y la música negra casan muy bien.

-El flamenco casa muy bien con todo. Lo puedes fusionar con lo que sea [risas]. Es igual que la música africana.

-¿Hay algo de gitano en los negros y algo de negro en los gitanos?

-Sí, yo creo que sí. Tanto la música como el individuo coinciden. Son músicas con mucho sentimiento y con mucha emoción. Estamos muy emparentados.

-Hay quien dice que el blues equivale en América al cante jondo. ¿Lo ve así?

-[Risas] Pues realmente nunca lo había visto así, pero sí que es verdad es que el blues es como un quejío.

-¿Se arrebata en escena cada noche?

-Por supuesto.

-¿Hay momentos de perder la cabeza y no saber en dónde está?

-Siempre. Yo me dejo llevar. Desde que empiezo el concierto siento como si algo me robase y me dejo llevar por ello. No sé lo que hago. Hay veces que mis compañeros me dicen: «¡Oh, negra hoy has hecho una cosa aquí». Y yo ni me acuerdo.

-¿Son posibles dos conciertos iguales de La Negra?

-Nunca va a pasar eso. Si eso llegase a pasar significaría que estoy aburrida. Entonces me retiraré.

-En ese disco incluye, «Parar», con intenciones política. ¿Qué le llevó a ello?

-Desde siempre me siento muy identificada con la gente y con todas las cosas que pasan. Pero, últimamente, parecía que me estaba removiendo aún más. No me lo puedo guardar. Los artistas podemos hablar con la música, llegando a mucho público. Es bueno aprovecharlo.

-Se ha atrevido con un clásico intocable: «Como el agua» de Camarón. ¿No se lo pensó mucho?

-[Se ríe a carcajadas] Pues no, porque con el respeto que yo le tengo a ese hombre a lo mejor no me hubiera atrevido. Pero, dentro de la humildad, me apetecía mucho. Yo me he criado con esa música. Quería ofrecerla a mi público.

-¿A quién se siente más cercana, a Camarón o a Erykah Badu?

-Me he criado con esas dos vertientes de igual forma. A mi padre le gustaba toda la música. Nos alimentaba con ella y nos dejaba libertad para hacer lo que quisiéramos.

-Bueno, estéticamente se parece más a ella.

-[Risas] Sí, no eres el primero que me lo dice. Me gusta esa imagen potente que tiene.

-¿Podría ser otra cosa que artista?

-No [tajante]. Lo supe desde que lo pude desarrollar

-¿De pequeña no quería ser cantante?

-No, me gustaba y como todas las niñas jugaba delante del espejo. Pero no iba lo mío por ahí, en principio.

-¿A quien imitaba?

-Imitaba Michael Jackson frente al espejo. Hacía el moonwalk y todo [risas]. Yo creo que algo quedó de aquello en mí.