Es uno de los mitos de la música popular. Tras liderar a The Police a finales de los setenta y principios de los ochenta, Sting emprendió una trayectoria en solitario que lo haría trascender más allá de lo musical. Ahora vive en un segundo plano pero con un merecido trato de leyenda. A Galicia llega con un repertorio en el que se suceden los hits. La fiesta está asegurada.
10 jul 2015 . Actualizado a las 11:59 h.Hay más ejemplos, por supuesto. Pero quizá So Lonely encierra la quintaesencia del sonido de The Police y, por extensión, de la personalidad de Gordon Thomas Sumner, Sting (Wallsend, 1951). Se trata de un tema aparentemente sencillo pero de arquitectura prodigiosa. Certifica que, con él, las cosas no son nunca lo que parecen. Como una pieza de pan exquisito que ha tenido que ser amasado con mano maestra, en So Lonely es más importante lo que no se ve que lo que se muestra. Con un tempo reggae y otro de punk-pop acelerado, la canción transcurre con sus cambios de ritmo. Siempre sustentada por el bajo de Sting. Aparece y, sobre todo, desaparece. Discreto y meciendo en el lado jamaicano. Rápido y tenso en el new wave. Y siempre con esa voz hiperaguda que, angustiada, dice que se encuentra «tan sola».
Cuatro décadas después de su lanzamiento, So Lonely sigue sonando fresca, más que el 99 % de los grupos actuales del pop británico. Pero también invita a la sumersión para intentar aprehender su magia. Sin desmerecer al excepcional batería Stewart Copeland y el no menos dotado guitarrista Andy Summers, mucho de ese encanto procedía de un Sting que había llegado al punk desde el terreno más inesperado: el jazz. Es decir, lejos del impulso que sintió una juventud que, gracias a los Sex Pistols o los Ramones, sintió que podía subir a un escenario aunque no supiese tocar, el británico encontró en esa resurrección del pop un canal para comprimirse y, luego, expandirse.
Sí, porque lejos de las complicaciones jazzísticas, Sting logró dar con un híbrido de reggae, pop y guitarras afiladas desde el cual creó todo un universo. En él, siempre se pudieron ver los detalles de clase. Sin exhibicionismo, pero con sabiduría latente. Y esa línea de bajo que eleva a So Lonely antes de chillar por la soledad es un ejemplo de cómo entender el ritmo, la economía y el instrumento al servicio de una canción.
Explosión sonora
En The Police hubo una luz con rayos en varias direcciones. Ese haz se hizo infinito tras la ruptura, cuando Sting arrancó en solitario. Su primer álbum The Dream Of The Blue Trutles (1985) es la mezcla imposible de jazz, reggae, pop barroco y delirios sonoros en una obra inabarcable. Similar línea seguiría en Nothing Like the Sun (1987), convirtiéndose en un icono global de la lucha por los derechos humanos. Su figura con el pelo largo atado en una coleta junto a los indios del Amazonas o las Madres de la plaza de Mayo terminó por convertirse en universal.
Sting había logrado algo tremendamente complicado: trascender a un pasado tan mítico y mitificado como el de The Police. Como si Bono triunfara en solitario sin U2 o Mick Jagger se pudiera desprender alegremente de los Stones sin más, el Sting de finales de los ochenta se mostraba como un músico autosuficiente. Rodeado siempre de excelentes instrumentistas, reinterpretaba los temas de The Police, los fundía con su nuevo material y los ponía al servicio de Amnistía Internacional en giras mastodónticas que elevaron su popularidad.
Entre sus fijos se encuentran algunos de los músicos con los que acudirá al Coliseo de A Coruña. Se trata del excepcional guitarrista Dominic Miller, capaz de aplicar su toque personal a las piezas que un día tocó Andy Summers y, al mismo tiempo, resultar respetuoso. También el teclista David Sancious, que otorga un maravilloso colchón a la música de Sting. Y el batería Vinnie Colaiuta, el más laureado por los especialistas y otro verdadero prodigio. Estarán, igualmente, Jo Lawry y Peter Tickell. Todos ellos se encargarán de conducir a un Sting que desde el notable The Soul Cages (1991) llega girando el torno de su música rebuscando entre el pop brillante, la nocturnidad, los ecos jazzies y los toques étnicos. También a veces reinventándose en clave sinfónica con Symphonicities (2000), reuniendo a su viejo grupo para una gira en el 2007 o juntándose con Bruno Mars en los Grammy del 2014. Es el constante meneo de Gordon Summer, aquel joven de pelo platino que decidió meter su talento por el agujero del punk. Un músico con libérrima alma jazzie pero con una facilidad innata para el pop. Alquien que, seguro, aún tiene algún as en la manga.
El repertorio de The Police gana presencia
Los que desean revivir los días de The Police en el concierto coruñés de Sting están de enhorabuena. Salvo que dé un cambio brusco en lo que viene haciendo en los últimos conciertos, el repertorio elegido contará con una fuerte presencia de aquellas canciones. Entre otras, últimamente el bajista está repescando Every Little Thing She Does Is Magic; When The World Is Running Down; You Make The Best Of What?s Still Around; Driven To Tears, Walking On The Moon; De Do Do Do, De Da Da Da; Next to You o Roxanne. Todas juntas pueden originar un festín para fans.
De todos modos, los listados de canciones que se manejan en esas actuaciones recientes también guardan un lugar escogido para gemas de su apartado en solitario. Es bastante probable que el recital arranque con If I Ever Lose My Faith in You. También que se paseen temas emblemáticos como Englishman in New York, Fields Of Gold o Fragile. De todos modos, siempre hay lugar a pequeñas variaciones y sorpresas.