¡A paseo!

Juan Carlos Martínez EN EL COCHE DE SAN FERNANDO

FUGAS

27 may 2015 . Actualizado a las 17:27 h.

En aquellos tiempos remotos en los que se hablaba más y se tecleaba menos, cuando te mandaban a paseo era porque no querían verte delante. Ahora, quienes te mandan a paseo son tu médico, tu dietista y tus cuñados, es decir, esa nómina de seres altruistas que cada uno tiene a su alrededor y que manifiestan un interés sincero por tu salud. A estos buenos compañeros habría que añadir el montón de alcaldes que hicieron prioritaria la construcción de paseos marítimos en la costa y de paseos fluviales en el interior. Se les critica por no centrarse en impulsar el empleo o en mejorar las condiciones productivas, pero lo cierto es que han sido realistas: en un país con tanto paro y con tanta tercera edad había que abrir espacios para ese inevitable ir de un lado a otro gastando suela, bien para rebajar el colesterol o bien para ventilar las preocupaciones. Ironías aparte, la evolución nos ha construido con dos características distintivas: un cerebro grande y el marcado bipedismo propio de los grandes marchadores. El sillón, que primero fue trono, contradice los designios del Creador para la andadora raza humana: como casi todos los vicios, es muy satisfactorio a corto plazo pero doloroso a la larga. En la era del turismo masivo, del mogollón aeroportuario, de la búsqueda frustrante del exotismo, estamos empezando a ver, como Robert Walser (El Paseo, Siruela), que se pueden descubrir cosas tan interesantes a mil metros de casa como a diez mil kilómetros. Por todas estas cosas, por favor, vayámonos todos a paseo.