Amor por el balón desde la infancia

Aleixandre Méndez
Álex Méndez PONTEVEDRA / LA VOZ

FIRMAS

RAMON LEIRO

Las Escuelas Deportivas Municipales de Poio trabajan con más de 150 jóvenes de 4 a 15 años

07 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Explicar la pasión por el fútbol se antoja una tarea complicada atendiendo a criterios racionales. Y como ejemplo de esta afirmación, basta con echar un vistazo al amor que profesan por el balón los integrantes más pequeños de las Escuelas Deportivas Municipales de Poio, en las que más de 150 jóvenes aprendices de futbolista dan sus primeras patadas al cuero pese a que algunos apenas han cumplido los cuatro años.

Desde esta tierna edad y hasta los 15 años, los miembros de esta escuela se inician en el balompié a las órdenes de nueve técnicos que se reparten la tarea entre los once equipos -ocho federados y tres de iniciación- que conforman esta sección incluida dentro de la oferta deportiva del Concello de Poio. La categoría biberón, que incluye a los más jóvenes, y algunos prebenjamines, por su tierna edad, comienzan su formación en el pabellón de A Seca, sobre una pista de futbol sala. Pero, desde los 7 años, inician la competición en la modalidad de Fútbol 8, y es a partir de la categoría infantil cuando dan el salto al fútbol 11, tal como lo juegan los ídolos que tanto admiran.

Lo que quizá muchos de ellos no saben es que quien les aporta sus primeras nociones de fútbol fue en su día uno de esos jugadores a lo que los más pequeños quieren parecerse. Es el caso de Pablo Vázquez, que este curso se ha hecho cargo de uno de los equipos prebenjamines con niños de 7 años. El técnico, que también es profesor, jugó en el primer equipo del Pontevedra durante la década de los 90, retirándose a principios de la siguiente en el equipo de Pasarón. Después, dirigió a equipos de base del club y ejerció como segundo de entrenadores como Gay o Rafa Sáez. Una trayectoria, por tanto, más que destacable. Pero los que ahora son sus pupilos, entonces, todavía no habían nacido.

En su primer año en esta labor, Vázquez asegura que la tarea es ilusionante por ver la evolución de los más pequeños. En esta categoría, la primera que compite, la mayoría ya vienen con ciertas destrezas adquiridas, ya que pese a su corta edad, casi todos continúan de cursos anteriores. Pero lo que no cambia, ni siquiera por el hecho de que los partidos ya se jueguen con marcador, es el objetivo de sus enseñanzas. «Hacemos mucho trabajo de coordinación, mucho juego, porque lo que buscamos es la formación -explica-. La competición es secundaria», añade.

El objetivo, por tanto, es que a final de curso los progresos sean visibles, tanto a nivel futbolístico como en valores. Después, el futuro dirá si serán grandes campeones. Pero lo que a buen seguro mantendrán siempre es una pasión por el balón de la que hacen gala desde la más tierna infancia.