Código ético en la Diputación, ¿ficción o realidad?

FIRMAS

02 mar 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

Parece ciencia ficción. Ni Steven Spielberg, ni George Lucas ni Ridley Scott, por citar a tres de los grandes del género cinematográfico, podían mejorarlo. Si al más crédulo de los ourensanos le dijeran hace cuatro años que la Diputación de Ourense, con el apellido Baltar en la presidencia, se dotaría de un código ético con tolerancia cero para conductas impropias y en el que se regulan los regalos institucionales o la gestión de los fondos públicos, estoy seguro que tendría que pellizcarse para comprobar que no era un sueño. Pero la realidad es la que es. El viernes se inició un proceso opuesto al que estuvo en práctica durante años en la institución. Las dudas del BNG (el PSOE, en un ejercicio de responsabilidad política, apoyó la propuesta) que se abstuvo por cuestionar la viabilidad de la iniciativa de un Partido Popular que sienta en la Diputación de Ourense a cuatro diputados imputados en causas judiciales, me trae a la memoria una vieja anécdota de un viejo pueblo del viejo rural ourensano. Érase un vecino pleiteante, insolidario y mala persona que los domingos se acercaba a recibir la Eucaristía en misa de doce. Una vecina, confundida por la actitud piadosa dominical y la despótica del resto de la semana, le dijo al párroco: «¡Ai, señor abade, non sei como lle da a comuñón a Fulanito có malo que é!». El sacerdote le contestó: «¿Imaxinas como sería si non lla dera?». Pues en la Diputación, lo mismo, Alabado sea Dios (dicho sea en el contexto de la anécdota contada) porque, por fin, la Diputación ourensana tendrá un código ético de obligado cumplimiento para sus políticos y trabajadores que permitirá erradicar unas prácticas que tan solo generaban, aparte de beneficios para unos pocos, rubor y vergüenza, propia y ajena, a unos muchos ourensanos.

El dato. Ourense será en el 2020, según la proyección hecha por Eurostat, la oficina estadística de la UE, el octavo territorio más envejecido de Europa. El dato es la guinda de un pastel que constata que tan solo en 2 de las 314 regiones de Europa se tienen menos hijos que en Galicia. Ahí está el problema del futuro de la provincia que no aciertan a corregir los políticos del presente.

La frase. Es de Luisito, el técnico de Club Deportivo Ourense: «A los jugadores no se les puede pedir más». Llevan ya casi cuatro meses sin cobrar a pesar de lo cual todos (jugadores, técnicos y empleados) se multiplican en el cumplimiento de su deber. Todos menos unos directivos que en lugar de gestionar se limitan a mendigar el maná de las subvenciones públicas. Si el club no es de ellos, si no tienen ni una acción, si no invierten un duro de su bolsillo, ¿por qué siguen Alejandro Estévez, presidente, y Fernández Morgade, vicepresidente? ¿Qué intereses defienden?