Un vigués dentro de un U-boot

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Durante la Gran Guerra, la costa gallega fue un frente de la batalla naval

10 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La Preferida, un vapor vigués dedicado a la pesca de la sardina en el norte de Portugal, navegaba aquella mañana del 10 de diciembre de 1917 en dirección norte. La tarde anterior se había visto obligado a refugiarse en Leixoes debido a la fuerza del viento septentrional, imperante en aquella costa. A milla y media del puerto portugués, los tripulantes escucharon un estruendo similar al disparo de un fusil. De pronto, un submarino alemán «que no tenía ni número ni nombre», apareció ante el pesquero vigués. Era una de las habituales embarcaciones del II Reich que operaban en la zona, tratando de bloquear el comercio entre Portugal e Inglaterra. La Primera Guerra Mundial apuraba su tercer año, con una cruenta guerra que no dejaba de lado el Atlántico galaico-portugués.

Los tripulantes alemanes obligaron al pesquero gallego a amarrar en uno de los costados del sumergible, al tiempo que reclamaban la documentación del barco. El patrón vigués se introdujo en el interior del submarino y pudo demostrar que se trataba de un desarmado pesquero de un país neutral. Media hora estuvo el pescador vigués en el interior del barco alemán y, aunque ninguno de los tripulantes germanos hablaba español, hubo un intercambio amistoso de objetos. Los marinos alemanes ofrecieron cigarros al gallego y este quiso compensarles con la entrega de pescado fresco, pero no lo aceptaron, según pudo entender el patrón, debido a que abordo comían únicamente conservas. Prefirieron quedarse con un garrafón de vino. Una vez devuelta la documentación, el patrón de La Preferida regresó con su tripulación y el submarino se sumergió. «No habían pasado dos minutos cuando empezaron unos cañonazos disparados desde tierra; cinco proyectiles cayeron alrededor del pesquero», afirmó ya en Vigo el patrón. Se daba la circunstancia de que uno de los pescadores ya había sido torpedeado meses atrás, cuando trabajaba en un mercante inglés.

La presencia de los submarinos alemanes en la costa gallega fue una constante durante aquel primer conflicto mundial. Desde comienzos de 1915, el Ministerio de Marina había hecho públicas las instrucciones sobre la forma de actuar ante la presencia de los submarinos beligerantes. «Al avista un submarino, cualquiera que sea su nación, se detendrán en sus proximidades y mandarán un bote con un oficial y la documentación para presentársela al jefe del submarino», se indicaba desde el Gobierno español.

Algunos submarinos, como el U-28, se hicieron muy conocidos entre los pesqueros gallegos y los náufragos que arriban al puerto del Vigo, víctimas de sus torpedos, su cañón exterior o las cargas de dinamita que introducían en los mercantes, una vez detenidos y evacuadas sus tripulaciones.

En las rías gallegas se extendió la creencia de que los submarinos alemanes se aprovisionaban a través de barcos mercantes que accedían a aguas territoriales españolas. Inevitablemente, las tramas de espionaje de los países en conflicto estaban presentes en Galicia, especialmente en Vigo, donde coincidían las compañías del Cable Inglés y Cable Alemán. Aunque ajenos a este trasiego de información y de vituallas, en la ría viguesa estuvieron fondeados durante todo el conflicto varios barcos mercantes de Austria y de Alemania. Eran el Trasa Goeben, Neidenfeld, Nevenfel, Khol, Stephan, Mimi Horn, Nagi Lajos, Stefania, Buda, Mediterráneo y Kostrena Weert. En los primeros días de la guerra, estas embarcaciones entraron en la ría viguesa, buscando refugio y ya no salieron durante todos los años que duró la guerra. Estos barcos serían entregados a los aliados tras la firma del Tratado de Versalles, y alguno también pasó a la Armada Española.

Cuidado con las tripulaciones

El comportamiento de los comandantes alemanes aún estaba sujeto a las normas de honor y, aunque su objetivo era hundir el mayor número de toneladas de mercantes enemigos, sí procuraban evitar la muerte de marineros. Varios casos curiosos fueron conocidos de primera mano por los vigueses durante aquel largo conflicto. El 13 de enero de 1917 entraba en O Berbés el pesquero Elduayen, remolcando dos botes salvavidas con 28 náufragos del buque sueco Vestfold, que había sido detenido por un U-Boot, desalojado y hundido con cargas de dinamita. Los alemanes remolcaron a la tripulación hasta las Cíes, donde fueron recogidos por el Elduayen.

El 3 de enero de 1916 también la prensa local recoge un episodio similar, con la llegada de lanchas de salvamento con 96 náufragos procedentes de diferentes mercantes aliados o que comerciaban con alguna de las potencias en guerra con los imperios centroeuropeos.

Era muy habitual este modo de operar de los submarinos alemanes, por lo menos en la costa gallega, aunque no se pueda decir lo mismo en todos los frentes de esta guerra. Prueba de ello fue el hundimiento del Lusitania, que dejó más de mil muertos en las aguas de la costa occidental de Irlanda.

Si la guerra submarina estaba presente en las faenas de los pesqueros vigueses, en alguna ocasión surgían ocasiones de sacar tajada del conflicto. Le ocurrió a dos parejas de vapores boucenses que participaron en el rescate de un buque noruego y que reclamaron los derechos de salvamento.

Cuenta esta historia Lino J. Pazos en su libro Guerra submarina en Finisterre (1914-1918).

Fue en diciembre de 1916. La tripulación de un submarino alemán asaltó el mercante noruego Thyra y tras desembarcar a sus tripulantes en Cariño, trataron de hundir el buque, colocando explosivos en su interior. No se hundió totalmente. Los pesqueros vigueses República y Republicano encontraron el buque. Mientras uno de los barco partía para solicitar ayuda, el otro vio como llegaban otros dos barcos de Bouzas, el Weyler nº 6 y el Weyler nº7. Entre ellos no se ponían de acuerdo en aclarar a quién le correspondía cobrar el derecho de salvamento. Y aún llegaron dos pesqueros vigueses más. El reparto dejó medio millón de pesetas.