«¿Podría ver el monstruario de pasamonería?»

FIRMAS

JULIÁN MARTÍNEZ

La riqueza del diccionario y la profusión de términos en una mercaría confunden al cliente

18 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

No hay establecimiento comercial más rico en vocabulario, mercancía, tamaños, colores y matices que una mercería. Por eso no siempre es fácil encontrar lo que se busca, y más difícil todavía, pedirlo conforme a lo que el diccionario de la Real Academia Española dice que es correcto. Los errores a la hora de pedir un documento administrativo en las oficinas municipales o a la hora de explicarle al médico los síntomas de una posible enfermedad son de sobra conocidos. Pero una mercería no se queda atrás, y de prueba, un botón. O una forma, que viene siendo lo mismo.

El muestrario

A la hora de elegir el artículo buscado, nada mejor que echarle un vistazo al muestrario, dada la cantidad de variedades que el cliente puede encontrar en un establecimiento como el que regentan las hermanas Beiras en Vilagarcía. Por eso en Costureiro es habitual pedir el muestrario, o el monstruario, como solicitan algunas clientas, a lo mejor no del todo mal encaminadas. En esa larga ristra de artículos expuestos al público es habitual encontrarse las consabidas cintas de pasamanería, a la que más de una o uno ya llamó en alguna ocasión pasamonería. Seguramente por aquello de que algunas son muy monas. Y seguramente las habrá adornadas con pedrería, o piedrería, que también se dice.

Errores muy acertados

Algunos errores son muy ingeniosos y vienen muy a cuento. Recientemente, una señora pidió unas medias de contención, y no le faltaba razón, porque al vestir las llamadas de sujeción, es muy probable que una se sienta realmente contenida. Quizás habría que proponer un cambio de denominación. Contención masiva; fijo que nunca más nadie se equivocaría.

«Marihuana»

Pero la relación de afortunadas y felices equivocaciones es muy amplia, y en algunos casos, lógica. Porque ¿a quién se le ocurre llamarle miraguano al relleno de los cojines y los plumíferos? Luego que nadie se extrañe si al llegar a la tienda se pide marihuana. Y sí, en Costureiro uno puede encontrar casi todo, pero hierbas de ese tipo, no. Tampoco hay calamares, que no es la plaza de abastos. Pero alguna clienta ya los pidió. Evidentemente, lo que buscaba en realidad eran alamares, los socorridos cierres de las trencas y las casacas tan de moda hoy en día. Tampoco la estética punky va muy acorde con el monstruario de la mercería, pero quién sabe, entre sus más sombríos complementos quizás podrían encontrarse los pankies adornos a su gusto. El caso es que tanto punky como panky valen para pedir los más clásicos y ordinarios pikis que ayudan a calzar los pies en los muchas veces estrechos zapatos de tacón. Y luego están los fulays, que es una manera moderna y algo irrespetuosa de llamarle al fular de toda la vida. Si es de pelo, lleva por nombre marabú, pero quien añora otros aires más tropicales acostumbra a llamarle malibú.

«Pretepán»

Uno puede, pues, optar por un piki, decantarse por unos pantys de piel de satén -sí, de satén- o abrigarse con un más tupido Peter Pan, que en este vocabulario alternativo se puede llamar también pretepán. Y tiene su lógica, porque a veces aprietan, y mucho.

Pijamas de «helos kitos»

Y claro, es que hay que estar muy al día para que una abuela sepa pedir un pijama de Hello Kitty, por eso no es de extrañar que los pidan como helos kitos. Los sujetadores son sustillos o apretadores, los sombreros borsalinos se convierten en brasolinos, hay escotes palabra de ángel y fondos de combinación. Y en la raza calé se ponen antejuelas en vez de lentejuelas. ¡Arsa!