Tras años de vaivenes el festival empieza a encontrar una personalidad
13 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Pese a ser uno de los eventos estrella de la ciudad, al Noroeste Pop Rock le ha faltado casi siempre dirección. Alérgico a la coherencia, un año acogía a The Cure y al otro a El Koala. Y luego pasaba de The Hives a El Consorcio. Siempre dio la sensación de ser un cajón de sastre. ¿Ejemplo? 1992, los Ramones se caen del cartel. ¿Sustitutos? ¡Hombres G! Y todo eso después de que Los Eskizos atronasen a lo MC5. La palabra despropósito no define la secuencia con suficiente intensidad.
Desde el 2010, año en el que casi se suspende, se está intentando enderezar el rumbo del gigante musical coruñés. Y aunque en el 2011 parecía que se volvía al eclecticismo imposible emparedando a Los Suaves entre Maldita Nerea y el Pescao, ya van dos ediciones en las que el festival empieza a tener algo parecido a una personalidad.
Este año la apuesta por un pop de calidad recayó en Suede. Nombre internacional, calidad contrastada y fecha exclusiva (excepto su pase en julio en Barcelona, única en la Península este verano). A su lado dos leyendas patrias: Kiko Veneno y Los Enemigos. En lo artístico el éxito fue total. Los tres firmaron actuaciones maravillosas. Juntas conforman el mejor Noroeste Pop Rock que se recuerda en mucho tiempo. Y la asistencia, 25.000 personas al día según el Ayuntamiento, en consonancia.
A todo ello hay que sumar los grupos locales: Sabdios, Younger Boys, Doctor Gringo y Moondogs Blues Party. Los cuatro defendieron con fuerza sus propuestas. Pero falló el público. Al tocar a primera hora, se tuvieron que enfrentar a cuatro gatos. Quizá se debería pensar para años venideros intercalar a los grupos locales con los grandes. Pero también cabe instar a esas voces que siempre hacen mucho ruido con este tema a mostrar su apoyo a la cantera con su presencia.
En esa línea este año se ha revelado como un éxito la fórmula de las finales para elegir telonero en O Túnel. Entre bastidores se hablaba de darle más recorrido en el 2014 y, sobre todo, hacerlo con más tiempo. Sería deseable. También que el IMCE empezase ya a trabajar en el cartel general para lograr los mejores artistas y, quién sabe, incluso volver a los tres días.
Sí, porque un festival que cuenta con un presupuesto superior a los 300.000 euros tiene que lucir como el gran pavo real de Galicia. Al respecto, cabe corregir un déficit clamoroso: su imagen. Aparte del discutido cartel de este año, solo hay que ver la cuenta de Twitter (con datos del 2012) o su web fantasma para confirmar una dejadez inadmisible. Si se pretende una proyección nacional, ese desde luego no es el camino.