«Unha chamada cambia a vida»

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Pradero

Begoña López, que ganó un premio nacional de neurociencia, ha aparcado su vida por cuidar a su madre, hospitalizada desde hace 10 meses

10 jul 2013 . Actualizado a las 10:38 h.

Después de seis años en Santander, Begoña López Rodríguez (Miraz, O Courel, 1985) tenía un trabajo que le apasionaba y una vida social «bastante activa». Dos veces al mes volvía a su aldea. «Miña avoa -recuerda- é maior, pero estaba ben, e miña nai tamén, así que estaba tranquila, gozando da vida, dos amigos, do noivo... Estou moi apegada aos meus, pero tamén son moi independente e gustábame vivir soa, coa miña gata». Sin embargo, la llamada que recibió el 14 de septiembre pasado dio al traste con su rutina. Su madre, Lucía, que por San Fermín cumplió 56 años, acababa de ser ingresada en el Hospital Universitario Lucus Augusti tras sufrir un brote del síndrome de Guillain-Barré, un trastorno neurológico autoinmune que ataca al sistema nervioso y paraliza el cuerpo por completo. Begoña no lo dudó: hizo las maletas y aparcó su vida para entregarse en cuerpo y alma a su madre, que lleva diez meses hospitalizada. Primero en la uci, donde pasó 102 días al borde de la muerte, después en planta, en la que estuvo casi 200, y desde el 3 de julio en el centro rehabilitador de Oza dos Ríos. Su experiencia como cuidadora, dura e intensiva, le ha valido a seis enfermeras del servicio de Neurología del HULA el Premio a la Mejor comunicación en el congreso nacional de la Asociación española de Enfermería en Neurociencia, celebrado en Oviedo recientemente. El trabajo presentado describe el plan de enfermería que diseñaron para «ayudar a desahogar» a Begoña.

«Sobre todo cando se trata de enfermidades longas, que se complican polo cambio que supoñen na túa vida, agradécese o apoio dos profesionais. Que che expliquen o que pasa, que che digan o que hai..., en lugar do ?entre? y ?salga? da habitación», comenta la joven, curtida en la mezcla de sensaciones que conlleva pasar horas, días, semanas y meses junto a la cama en la que un ser querido lucha por vivir. Por eso destaca la profesionalidad y el trato humano del personal sanitario y no sanitario del HULA, especialmente de la uci y de la planta de Neurología. «Deberían ser todos así por humanidade, por cercanía, pola preocupación que tiveron desde o principio non só por miña nai senón tamén por min».

Inquietud por su abuela

A la preocupación por su madre se suma la inquietud por su abuela Elva, que con 81 años reside sola en Miraz. «Cada vez que podo fago unha escapada para estar con ela, iso dálle tranquilidade», indica. Si la rehabilitación en Oza avanza y su madre recupera calidad de vida, Begoña buscará trabajo «por Galicia», aunque no cierra la puerta a volver a Santander y retomar su puesto como adjunta al director financiero de la empresa Helios Dica, a la que agradece el apoyo. «Non podes planificar nada porque dependes dunha evolución que vai lenta, é o día a día. Non penses que non chorei nunca, pero ao día seguinte sae o sol e a vida segue», sonríe. Y concluye: «Moi poucas veces pensamos o ben que estamos, e que unha chamada de teléfono cambia a vida, cámbiao todo».