Nos apasiona esta familia. Tanto como sus caldos. Nos apasiona porque son capaces de transmitir y contagiar en un instante de charla todo el amor por el mundo y la cultura del vino que desde generaciones atrás han ido heredando. Porque atesoran un saber tal y un respeto tan profundo, cuasi sagrado, por la tierra, el viñedo, la uva y el vino que los ha llevado a crear -y no nos gusta maximizar- el albariño quizá más personal de cuantos se elaboran en Galicia.
Pedralonga es el fruto de un modo único de elaborar el vino, en el que el ritmo aún lo marcan las lunas -solo embotellan con luna menguante-, las nieblas y las borrascas. «Unha vez fíxenlle caso a un enólogo que se burlaba disto e fióunolo viño» nos confiesa Francisco, poseedor del carné número tres de los viticultores de la denominación de origen Rías Baixas.
Pero aquella no fue ni mucho menos la única vez que se puso en cuestión los métodos de esta bodega. «De nós ríronse o que quixeron e agora resulta que o que están a probar nesas plantacións que lle chaman experimentais dalgunhas grandes adegas é o que nós levamos facendo aquí toda a vida», nos apunta, desde luego no sin razón.
Por ejemplo, cultivar el albariño en cepa baja -las 7 hectáreas de viñedo de Pedralonga están en espaller- o dejar sin cavar las viñas, evitar los filtrados, las levaduras añadidas y las correcciones químicas, utilizar técnicas biodinámicas o recurrir al emparrado en madera. O tantas otras cosas que hacen que el concepto de cultivo ecológico se quede pequeño para definir el modo de trabajo de esta familia.
En Pedralonga cuando se investiga se mira hacia atrás. «As nosas vías experimentais van cara o integrismo, a ver se podemos facer aínda algo menos para que o viño sexa máis natural», nos dice Miguel, para quien su formación en enología no supone ninguna contradicción con los postulados fundamentales de la bodega familiar.
«O viño segue sendo o mesmo que o que faciamos hai 30 anos, o único que fixemos foi vestilo», nos dicen. ¡Y de qué manera! El respeto con la tradición no está reñido con una estética absoluta y acertadamente no ya contemporánea sino vanguardista o incluso, como en el caso de Vendetta -la joya de la casa de la que solo se elaboran unas 700 botellas en cosechas seleccionadas- rupturista, utilizando cinta americana como etiqueta.
Los albariños Pedralonga, Barrica y Vendetta se alejan voluntariamente del estándar y del patrón habitual de los vinos Rías Baixas. «Ata o punto de que a veces pasamos polos pelos a cata do Consello», nos confiesan. Porque son albariños que huyen como del demonio de la clarificación para presentarse con un dorado intenso, untuosos y potentes. Vinos con carácter, que pueden presentar ciertos posos -que para nada los dañan- como consecuencia de no estar filtrados. Albariños minerales, atlánticos, vinos de la tierra.
No es fácil a veces dar con ellos. Pedralonga está en Casa Marcelo, en Casa Solla, en Pepe Vieira o en Rotilio, por ejemplo. Y estuvo en la bodega de Marta Ortega. Nos cuentan que fue el propio dueño de Inditex quien tras probar el vino sentenció que era ese el que elegía «porque é un albariño dos de sempre, que sabe aos de antes». El mejor piropo que podía recibir la familia.
La bodega completa su gama con Do Umia, un tinto Rías Baixas elaborado a partir de un coupage de uvas autóctonas con el que pretenden «reivindicar a expresividade dos nosos viños tintos e defender que poden estar á altura doutros caldos máis complexos».
Evocando a aquella aldea gala, esta pequeña bodega resiste gracias también a su valentía y tozudez. Pero en Pedralonga no hay pociones mágicas. Solo sabiduría, respeto y tradición.
FICHA
LOCALIZACIÓN
Santiaguiño de Godos, 17. Caldas de Reis. Telf.: 986 535 201
ENÓLOGO
Francisco Alfonso
MARCAS
Albariño Pedralonga (100% uva albariña proveniente de cepas de 25 años, fermentación sobre lías). Albariño Barrica (100% uva albariña con 6 meses de reposo en barrica con batonage). Albariño Vendetta (Mosto lágrima, sin prensar, fermentado con 9 meses sobre lías). Tinto Do Umia (70% Mencía, 20% Caíño, 10% Espadeiro)