El regadío Val de Lemos, a un paso del cierre total por el cobro de tasas

Carlos Cortés
carlos cortés MONFORTE / LA VOZ

FIRMAS

ALBERTO LÓPEZ

La comunidad de regantes acumula una deuda superior a los tres millones de euros

26 nov 2012 . Actualizado a las 15:51 h.

El regadío Val de Lemos podría haber vivido este verano su última temporada en servicio. Los usuarios de esta infraestructura construida en los años sesenta votarán en febrero si proponen su cierre indefinido, en vista de la imposibilidad de pagar las cuotas por utilizarlo que les quiere cobrar el Ministerio de Medio Ambiente.

La decisión de poner sobre la mesa el cierre total la adoptaron los asistentes a la asamblea general que celebró ayer por la mañana la comunidad de regantes, en el centro de formación y experimentación agraria de Monforte. La directiva que preside Alicia Toirán tenía pensado preguntarles si estaban a favor de cerrar alguno de los tres ramales de este regadío, para reducir costes y así rebajar la tarifa que les impone todos los años el ministerio a través de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil.

Una decisión drástica

Sería una decisión drástica y de fuerte carga simbólica, pero después de que la dirección de la comunidad les explicará la situación actual de las cuentas y las cifras de uso del regadío este verano, los socios presentes en la asamblea decidieron que eso no era suficiente, que la situación es desesperada y hace falta algo más. Así que acordaron que la comunidad plantee a la Confederación Hidrográfica Miño-Sil que renuncian a seguir, que no quieren más agua.

El regadío Val de Lemos entró en servicio a finales de los años sesenta, dentro de los programas de colonización de nuevas tierras agrícolas que impulsó el franquismo en aquella década y en la precedente. El Ministerio de Obras Públicas de entonces construyó 78 kilómetros de canales y una presa en Vilasouto (O Incio) para embalsar el río Mao y poder distribuir el agua de forma regulada. Pero el Ministerio de Agricultura no hizo nada de lo que le correspondía, ni concentración parcelaria, ni nivelación de terrenos, ni accesos a fincas, ni acequias terciarias.... Desde entonces, solo se han completado dos concentraciones parcelarias en el área de influencia de este regadío. Una en Bóveda, que tardó en resolverse cerca de treinta años; y otra en Monforte, en una zona de la parroquia de A Vide que ya es prácticamente suelo urbano.

El regadío fue planificado para alrededor de 5.000 hectáreas. Nunca llegó a regar tanto. Desde su construcción, la agricultura y la ganadería en el área de influencia de estos canales no han hecho más que menguar.

La sequía de este invierno obligó a la comunidad de regantes a extremar el cuidado para limitar derroches y garantizar que hubiese agua para todos. Para conseguirlo, pusieron por primera vez como condición para regar que los propietarios solicitasen agua previamente. Las solicitudes sumadas no alcanzaron ni siquiera las cuatrocientas hectáreas, pero ahí siguen estando los 78 kilómetros de canales de la planificación original, así que el reparto de costes por cabeza sale muy caro, a 136,84 euros por hectárea.

Ni un euro pagado

Hasta ahora, los usuarios del regadío Val de Lemos nunca han pagado ni un euro por el uso del agua. Hace cuatro años perdieron un contencioso por esta razón en la Audiencia Nacional y Hacienda acaba de hacerse cargo de todas las temporadas impagadas hasta el 2011. La cantidad que la agencia tributaria le reclama a la comunidad asciende a 2.271.171 euros. A esa cantidad hay que añadirle los 519.818 euros del 2011 y los 401.451 de este año.

En total, 3.195.441 euros. Todo un imposible para una comunidad formada fundamentalmente por propietarios de huertas domésticas o de plantaciones de chopos y unos pocos ganaderos asfixiados por la crisis del sector lácteo.