Prebendas en el Concello y Atilas en la política

FIRMAS

14 oct 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Ya hay nuevo alcalde en la capital. No es una alegría pues su llegada viene de la profunda tristeza democrática del desmantelamiento, por segunda vez en seis años, del equipo de gobierno PSOE-BNG por mor de cuitas judiciales que barruntan formas de gobernar alejadas de la ética y la estética. Se cumplió el ritual en el Concello de Ourense y se escenificó el clásico «el muerto al hoyo y el vivo al bollo». No se atisbó tras el pleno de sustitución de Paco Rodríguez por Agustín Fernández propósito de la enmienda. El regidor olvidó la vitola de la restauración ética y moral de una Consistorial infectada por sucesivos casos de falsedad, cohecho, prevaricación y tráfico de influencias. Lo importante para el mandatario no es la regeneración de una institución dañada en su credibilidad (¡y encima el PP contó su decisión de trocar impuestos públicos por paparotas con amigos!), sino el reparto de prebendas. Mientras a sus díscolos compañeros socialistas, María Devesa y Rodríguez Penín, los margina de la gestión, a los del BNG les guarda miles de euros para que los repartan entre los que quedan en la formación nacionalista tras la debacle electoral del 2011. No es habitual ver a un partido como al Bloque Nacionalista Galego que en campaña electoral respalda al candidato de un grupo rival sin antes fijar las condiciones de ese acuerdo. El apoyo ciego demostró la actual debilidad del BNG en la ciudad de Ourense.

La frase. La dijo Tereixa Paz, líder del BNG histórico: «Pachi Vázquez é un Atila da política». Ella sabe que Atila pasó a la historia por matar a su hermano para reinar en solitario y porque donde pisaba su caballo ya no volvía a crecer la hierba. A pesar de saberlo, el 22 de octubre irá solícita, si fuese menester, a poner su voto al servicio del Atila de O Carballiño («cuando puedo, paseo a caballo», que dijo en La Voz), para que presida la Xunta de Galicia. Tereixa Paz ya tiene experiencia en estas acciones pues en el 2005 pasó de rubricar, como dirigente del sindicato CIG, una denuncia contra Pachi Vázquez por prevaricación, falsedad y acoso laboral, a darle su voto para que fuese conselleiro. Sin ruborizarse. Todo por una vicepresidencia del Parlamento y un Audi con chófer. Ahora lo volvería a hacer aún a sabiendas de que Pachi Vázquez es un Atila, sea en la acepción histórica o en la musical de Víctor Manuel: «El caballo y Atila son un mismo animal... Cada voto que arranquen es un paso hacia atrás contra la libertad».