En los años 50 existían en la capital uruguaya más de mil «boliches»
23 sep 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Desde el establecimiento de la colonia española en el Río de la Plata, la emigración gallega estuvo muy presente en la actividad económica. En las ciudades, los gallegos implantaron los bares-almacenes. Fueron siglos de presencia y participación social que el Ministerio de Turismo y Cultura de Uruguay y la Intendencia Municipal de Montevideo, en colaboración con el Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y Afines del Uruguay (Cambadu), han decidido ahora poner en valor dándoles a estos negocios la categoría de patrimonio nacional.
El arquitecto Leonardo Gómez, responsable de la supervisión y difusión de Los Bares de Gallegos, destaca la importancia del papel desarrollado por la colectividad «por su aporte material e inmaterial a la conservación de la cultura uruguaya. Es imposible pensar en los boliches (bares) sin asociarlos a la emigración gallega».
Preguntarle a los montevideanos sobre los bares de gallegos es como hablar de fútbol, todos los conocen por sus nombres, por las especialidades de cada boliche, por la escuela de trabajo y buen trato que han forjado generación a generación. Siempre en las esquinas, en los puntos estratégicos de cada barrio y con la hinchada firme de sus habituales, que se jactan del boliche donde paran.
Son muchos los bares de gallegos emblemáticos: el centenario Expreso de Pocitos, punto de encuentro de artistas y políticos; la Giraldita, antiguo almacén bar donde las malas lenguas dicen que un embajador español del pasado tenía su segunda legación; El Brasilero, el más antiguo de la capital, donde se recuerda a Benedetti y se degusta a Galeano, o La Tempestad, hoy llamado La Nueva Bolsa, dónde el gallego Manolo Martínez, republicano hasta médula, mitineaba a los jóvenes uruguayos allá por la década de los 60. También los hay de éxito como El Hispano, El Chivito de Oro, La Fiaca, El Manchester, El Sportman?
Hasta ahora se han catalogado como patrimonio 50 bares de Montevideo en funcionamiento, «aunque buscamos a través de ellos homenajear a tantos otros que ya no existen pero que han dejado huella, bien en sus barrios o en el centro, señala Gómez.
Ponerlos en valor
«Catalogarlos como patrimonio conlleva una serie de actividades para ponerlos en valor, como son las visitas guiadas a los establecimientos, actividades lúdico-artísticas, la creación de un espacio web y, en algún caso, la rehabilitación del edificio».
En la década de los 50, en Montevideo existían más de mil bares regentados por gallegos. De Galicia venían para trabajar como peón, escalar a mozo (camarero), después encargado y, por fin, propietario. «Una vida de fatigas», como cantó Zitarroza, que desde ahora forma parte del patrimonio uruguayo.