«Allá donde voy siempre presumo de ser de Corme»

Marta Valiña CARBALLO / LA VOZ

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Jesús Ferreiro Rúa disfrutó este verano de unos días en Corme, coincidiendo con la celebración de la Festa do Percebe.
Jesús Ferreiro Rúa disfrutó este verano de unos días en Corme, coincidiendo con la celebración de la Festa do Percebe. ana garcía< / span>

El presidente de la Fundación Titanic ha viajado por todo el mundo, pero donde mejor se siente es en la Costa da Morte

29 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

«Supongo que era la costumbre de la época, o quizás mi madre pensó que como no había nadie popular que fuese de Corme iba a intentarlo ella con su hijo, así que regresó a su pueblo natal cuando estaba a punto de que yo naciese, en un año en el que todavía no había ni calendarios», bromea Jesús Ferreiro Rúa al hablar de sus orígenes. Nació en Corme, explica con una penetrante voz que delata su exitoso pasado radiofónico, pero sus padres regresaron a Pasajes, la localidad guipuzcoana a la que habían emigrado años antes, a las tres semanas de que él viniese al mundo. «Me crie en el País Vasco, pero siempre me he sentido gallego y allá donde voy siempre presumo de ser de Corme, porque además de nacer ahí, toda mi familia, la materna y la paterna es originaria de la localidad», cuenta.

Y a Corme, recuerda, volvían todos los veranos, para disfrutar de una infancia marcada por una libertad que, dice, no sentía en Pasajes. «Recuerdo que me gustaba mucho ir a Corme porque la mayoría de las veces íbamos en barco, en los buques de Transmediterránea, y a mí me encantaba ir en aquellos camarotes que tenían. Hacíamos la ruta Pasajes, Santander, Gijón y A Coruña. Era un viaje que duraba cinco días pero para un niño era una aventura», explica el presidente de la Fundación Titanic, una entidad nacida en el 2006 para gestionar y promover la memoria histórica, marítima y humana del naufragio más legendario y famoso de todos los tiempos.

«Otra de las cosas por la que me encantaba pasar las vacaciones en Corme es que allí los niños andábamos descalzos todo el día y a mí eso me parecía una auténtica maravilla. Era fantástico andar descalzo por la calle. Era una sensación de absoluta libertad», asegura Jesús Ferreiro, quien no duda en presumir de su cormelidad allá donde va. «Hace unos años asistí a una conferencia en la Universidad de Granada sobre los percebes y el profesor que daba la charla comentó, sin saber de dónde era yo, que el percebe es, proporcionalmente, el animal con el órgano sexual más largo. En el turno de preguntas le conté que yo era de Corme y le pregunté si se me habría pegado algo de los percebes», dice Ferreiro entre risas. Y eso, se disculpa, que los famosos crustáceos de la Costa da Morte no son su plato favorito. «Tengo un gran defecto, lo sé, no soy demasiado apasionado por los percebes, pero para compensar, a mi mujer, que es de Santander, se vuelve loca y en la última Festa do Percebe se comió los míos, los de ella y los de un par de señores que teníamos al lado», desvela Jesús volviendo a hacer gala de una enorme simpatía.

Su primer pulpo

Le gusta mucho más, dice, el pulpo, y eso a pesar de que el primero que cogió siendo niño le produjo una pena tremenda. «Tenía diez u once años y lo cogí con un gancho que llevaba al final de un palo. Había que golpearlo contra las rocas, pero me dio tanta pena que volví a dejarlo en el mar. Lo recuerdo tan bien que creo que hoy sabría ir exactamente a la misma roca en que lo cogí. Estaba justo debajo, un poco a la derecha, de lo que hoy es el restaurante Miramar, que antiguamente le llamábamos Casa Borrachón. Fue mi primer y último pulpo», explica Ferreiro Rúa.

Desde entonces, dice, a las rocas solo volvía a jugar, aunque él prefería las playas de los alrededores. «Íbamos a Arnela, a Osmo a A Ribeira. Creo que las tres deberían estar entre las más bonitas del mundo, porque en Corme, además de los percebes tenemos unas playas preciosas, cómodas e incluso tienen zonas de sombra para los que no les guste tanto el sol. Siempre hago propaganda de mis playas», dice con una sonrisa Jesús Ferreiro, volviendo a hacer gala, una vez más, de su cormelidad.