Un animal político inoxidable

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente SEVILLA / ENVIADO ESPECIAL

FIRMAS

Rubalcaba vuelve a hacerse imprescindible, pero su reto es muy difícil

05 feb 2012 . Actualizado a las 06:00 h.

Una vez más lo ha conseguido. Parecía que la larga carrera política de Alfredo Pérez Rubalcaba corría serio peligro de llegar a su fin, pero ha vuelto a resurgir para comenzar otra andadura, esta vez como líder máximo del partido en el que ha militado toda su vida. De nuevo ha confirmado su extraordinaria habilidad para hacerse imprescindible, a pesar de partir con la losa de haber conducido al PSOE a su mayor desastre electoral en 34 años de democracia. En la noche del 20-N muy pocos, quizá ni él mismo, apostaban por el desenlace victorioso de ayer en el 38.º congreso. Se jugaba su última carta y le ha salido bien.

José Luis Rodríguez Zapatero recurrió a él cuando la economía hacía aguas por todas partes y su popularidad estaba en caída libre, convirtiéndolo en su todopoderoso vicepresidente, además de portavoz y ministro del Interior. También lo ungió como candidato a dedo en unas elecciones que el PSOE tenía perdidas de antemano para tratar de minimizar los daños, aunque le supusiera traicionar su apuesta por las primarias y sacrificar a su protegida, Carme Chacón, que tuvo que arrojar la toalla tras una maniobra del aparato de Ferraz.

El partido también se agarró ayer a su dilatada experiencia y a su solidez, prefirió decantarse por el viejo capitán al que conoce de sobra, con sus virtudes y sus defectos, que la aventura que suponía Chacón para acometer la recomposición de los restos del naufragio y liderar la que se avecina larga y difícil travesía del desierto.

Pero no lo tendrá fácil. Será el líder de un partido en sus horas más bajas, que deberá hacer oposición a un Gobierno que tiene una mayoría absoluta aplastante y que no necesita pactar para llevar a cabo su programa. Primero tendrá que restañar las heridas abiertas en el 38.º congreso, que son muchas, y recomponer un PSOE roto, desnortado, con poca autoestima y con menos diputados y poder autonómico y municipal que nunca.

Los próximos desafíos

Los congresos regionales que se celebrarán en las próximas semanas y en los que casi todas las federaciones tienen que renovar sus direcciones será un test para saber si su llamamiento a la unidad surte efecto.

Pero las elecciones de Andalucía están también a la vuelta de la esquina con un PSOE encabezado por un Griñán quemado tras decantarse por Chacón y que corre el riesgo de sufrir una derrota histórica. También Asturias, donde los socialistas podrían recuperar el terreno perdido.

A partir de ahí, su objetivo será presentar un proyecto alternativo al del PP, con el hándicap de haber sido el número dos de Zapatero, que dejó una economía en recesión, más de cinco millones de parados y protagonizó drásticos recortes sociales. Además, Mariano Rajoy ya lo batió en el cara a cara televisivo, lo arrasó en las elecciones y lo volvió a derrotar en el debate de investidura. Es indudable que el nuevo líder del PSOE ya ha perdido la aureola de invencible e infalible que podía tener, al menos entre los suyos.

Rubalcaba, de 60 años, es un superviviente nato, un animal político incombustible que ha sido capaz de ser protagonista en todas las etapas del socialismo. Fue un felipista acérrimo que ocupó dos ministerios (Educación y Presidencia), luego apoyó a José Bono en el congreso que dio la victoria a Zapatero en el 2000, pero logró ganarse la confianza de este hasta que lo hizo su mano derecha.

Hasta que encabezó la lista del PSOE en las generales siempre se había caracterizado por ser un eficaz segundo que trabajaba al servicio del proyecto de otros, sin que se conociera claramente cuál era su ideario político. Cuando se enfrentó a Rajoy en la batalla electoral dio un giro a la izquierda que se demostró muy tardío y no evitó la hemorragia de cuatro millones de votos.

Pasión por la política

Su frase más célebre la pronunció en la jornada de reflexión de las elecciones del 14 de marzo del 2004: «Los ciudadanos se merecen un Gobierno que no les mienta». Su mayor logro ha sido pilotar como titular de Interior el final de ETA.

Hábil, astuto, inteligente, buen comunicador, brillante parlamentario, adicto al trabajo, pero sobre todo inoxidable, sus adversarios -y no solo en el PP, sino en su propio partido- lo presentan como un político maquiavélico, intrigante y sin escrúpulos. Muchos vieron su larga mano en el reportaje de un gran diario nacional que machacaba a Chacón a escasos días de que se iniciara el decisivo cónclave socialista. Algunos dicen que será un líder de transición -como insistió ayer Chacón-, pero conociéndolo, sabiendo que su pasión es la política y lo mucho que lo atrae el poder, podría volver a sorprender.

Rubalcaba ingresó en el PSOE en 1974. Químico y profesor, ocupó diferentes puestos en Educación hasta el de ministro, en 1992.

Es diputado desde 1993. Sustituyó a Alonso en Interior ya en el primer Gobierno de Zapatero. Y dice haber vivido el momento más emotivo de su trayectoria al anunciar ETA el cese de la violencia.

En el 2010 Zapatero lo convirtió en el hombre fuerte del Gobierno. Es elegido candidato y el 20-N pierde las generales con Rajoy.

Entró en el primer Gobierno de Felipe González y desde entonces no ha abandonado la primera línea de la vida pública. En 1993 fue nombrado por el propio González ministro de la Presidencia y de Relaciones con las Cortes.