Cedeira

Manuel Couce DESDE LA ALAMEDA

CEDEIRA

02 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los cedeireses son gente afortunada por estar en la esquina del gran mar que favorece la pesca de las especies ricas en valor y sabor y que contribuyen a la economía de todo un pueblo, y especialmente de los que dejan el aire acondicionado para, con su esfuerzo, llegar a los acantilados con embarcaciones preparadas para menesteres de alto riesgo y, a continuación, abarrotar los mercados de las grandes ciudades percibiendo unos ingresos como para ver tranquilamente, un par de veces a la semana, la televisión y mejorar la caligrafía.

 Cedeira está asociada a la pesca desde siempre y al turismo. Todos sus vecinos forman piña en sus negocios particulares para favorecer la demanda doméstica, y les importa un bledo que la Reserva Federal americana suba los tipos de interés. Ellos están a los suyo, acicalan el pueblo en verano y sus calles muestran unos escaparates repletos de centollas, camarones, cigalas, nécoras... Y no falta en ningún caso el jefe, que es el percebe. En las ventas al exterior tienen las previsiones más optimistas, lo que viene a demostrar que lo que hacen en los últimos años los cedeireses es útil para el pueblo y para Galicia. Y en ello tiene mucho que ver las políticas expansivas de sus gobiernos locales, que están dando un impulso social importante a la villa.

Y en todas estas ideas azules del mar y sociales, sus alcaldes, tanto los populares hermanos Rubido, que nunca tuvieron alergia al polen de temporada, como los socialistas José Luis Vergara y actualmente Pablo Moreda, con sus máquinas cosechadoras de votos, juegan a la dualidad, se reparten los mandatos y no les hizo falta mucho pulso para, en cada momento, centrar el barco con equilibrios tácticos para sacar adelante proyectos que antes de esta etapa democrática estaban encinerados.

Ahí está el nuevo puente, la lonja, el paseo marítimo o las importantes mejoras a los accesos a San Andrés de Teixido.

En suma, son unos gobiernos locales maduros y una sociedad civil sólida como la de Cedeira, que no se aflige por el pastoreo de liderazgos políticos, está en marcha por su cuenta y en muchos casos circula en piloto automático y no tienen miedo a que la sobregobernanza (perdón por la palabreja) les cambie el rumbo a la flota con un paro biológico que en cualquier momento puede llegar de la puntillosa Europa.