La pareja argentina que relanzó la pizzería Plaza reabre un mítico hotel con bar en Narón: «Algún día trabajamos 20 horas»

Patricia Hermida Torrente
Patricia Hermida NARÓN / LA VOZ

FERROL

Lorena Rodríguez y Darío Lostri, en la apertura del Mesón de la Abuela, en Xuvia.
Lorena Rodríguez y Darío Lostri, en la apertura del Mesón de la Abuela, en Xuvia. CESAR TOIMIL

Darío Lostri y Lorena Rodríguez recuperan el hostal La Casa de la Abuela (antiguo Basoa) y su restaurante, «para la semana tenemos todo lleno por una jura de bandera»

18 ene 2025 . Actualizado a las 08:21 h.

Con las maletas a cuestas, muchas ilusiones por delante y también tristeza, la familia formada por Darío Lostri, Lorena Rodríguez y sus tres hijas dejó Argentina hace poco más de año y medio. Y desembarcó en Narón para convertir el esfuerzo en su lema de vida: así Darío y Lorena lograron reabrir la mítica pizzería Plaza, coger las riendas del hostal La Casa de la Abuela (antiguo y conocido Basoa), e inaugurar el pasado jueves un restaurante con bar llamado El Mesón de la Abuela. Por el camino, estos emprendedores de 46 y 46 años (que en Buenos Aires trabajaban como abogado y licenciada en Recursos Humanos) lo han dado todo: «Algún día trabajamos 20 horas, lo habitual es levantarnos a las 07.00 y trabajar hasta las 23.00 o más, en vez de hacer 20 horas semanales hacemos 20 diarias... pero tiene su fruto».

Y el fruto se ve en la emoción de Lorena «por cómo se van cumpliendo los sueños, es que casi no puedo hablar». La Casa de la Abuela la llevan desde el 15 de noviembre, con 16 habitaciones en Xuvia junto al Camino Inglés. «La próxima semana tenemos casi todo ocupado, al 95 %, porque hay una jura de bandera en Ferrol y vienen las familias», asegura Darío, mientras se muestra «emocionado, entusiasmado, contento, nervioso». En el bar con restaurante bajo el hotel (se puede reservar en el 981 945502), tienen una carta de marisco, pescados, carnes, pizzas, pastas, y el menú de lunes a viernes. A mayores, hay desayunos desde las 07.00 horas y cierran a las 23.00 de la noche (con apertura todos los días menos domingo). Este mesón reforzará al hostal con desayunos, media pensión o pensión completa.

En busca de tranquilidad

El matrimonio ya tiene «un equipo de siete personas para llevar la pizzería, el hotel y la cafetería; la aventura nos está saliendo bien, nos dicen que tuvimos mucha suerte pero el secreto es que trabajamos muchísimo». De Argentina se marcharon en busca de tranquilidad. «Solo podemos decirte que aquí nuestras hijas viajan tranquilamente en transporte público y nosotros nos quedamos tranquilos cuando ellas están en la calle», admite el matrimonio.

«Nos decían que estábamos locos pero lo que pasa es que trabajamos un montón, hacemos el doble para mantener este sueño, como mucho dormimos cinco horas», continúa Lorena. A Narón llegaron por primera vez en junio de 2023, «primero por vacaciones y después para trabajar». Como indica Darío, «hay que estar un poco locos para hacer lo que hicimos, pero en el buen sentido, la única fórmula es trabajar y asesorarse, aprender todos los días».

En el Plaza siguen ofreciendo pizzas, asados y milanesas; se abren a propuestas del público como cuando incorporaron aceitunas negras a su pizza Napoli o Lorena aprendió a hacer caldo gallego. Ellos mismos empezaron desde cero en la hostelería, «no nos dedicábamos a esto pero siempre nos gustó ganar nuestra plata trabajando». Entre los clientes que llenaron el bar en la apertura, donde hubo rondas de dos por uno y sorteos (de vinos, cervezas y una paleta ibérica), abundaban las anécdotas sobre el antiguo Basoa: «Hace veinte años venía aquí a las bodas». A Darío le contaron que «años atrás esta carretera de Castilla estaba llena de pubs, yo no tengo magia para revivir aquella época pero sí un nuevo espacio de ocio». El espíritu festivo del barrio se ve en el ambiente. «De Narón lo que más nos gusta es la gente que tanto nos ha acompañado, desde Martín e Isabel como antiguos dueños del Plaza a Chicho y sus padres en este local, o los proveedores».

Ellos les dieron la mano para seguir adelante, «y ahora queremos que vuelvan los hijos de los que venían a las bodas». Sus tres hijas (23, 21 y 17 años) estudian y las mayores trabajan: «Todo esto es para su futuro, porque Narón te ayuda y acompaña». Su emotiva historia recuerda a aquellos gallegos que cruzaron el Atlántico para montar bares en América, con el mundo por montera.