Son muchos y excelentes los articulistas que, estos días, nos ayudan a conocer mejor y valorar la figura de Santiago Rey, que ya vive en su legado y en quienes no querrán olvidarlo. Agradezco esos perfiles de quien es referente imprescindible de la excelencia en el hacer y el decir. Y que, además, nos descubren rasgos de una personalidad imponente, pero con capacidad de pisar la tierra para, quizá, encontrar en ella la fuerza que necesite cuando el barco que pilote sea impulsado por los vientos hostiles al centro de la tormenta. O cuando La Voz de Galicia era, para quienes jamás reconocieron su extraordinario valor, víctima propicia en el complejo panorama de la prensa. Para mí fue la única ventana que pude abrir para descubrir un mundo que ni siquiera podía imaginar. Era una niña y ver a mi padre leer un periódico nuestro despertaba mi curiosidad… e incluso el sueño de escribir artículos como los de mi admirado Caparrós, que llegaban a todos. Y en este triste momento quiero simbolizar en Santiago Rey el orgullo de una gallega que, cuando mira el mundo desde la España periodística, siente que este periódico resiste cualquier comparación, con evaluación de sobresaliente. Gracias, presidente, por liderar, incluso en los peores momentos, el difícil proyecto de futuro de La Voz. Tu talento, tu pasión y tu entrega a ese reto serán referentes para alcanzar, incluso, lo imposible. Aquella niña lectora precoz, que cumplió su sueño de escribir aquí, inculcó a muchos de sus alumnos la pasión por el periodismo. Algunos lo ejercen y sé que tienen un cuaderno de tus editoriales como antología de excelencia.