De la explotación laboral a tener un empleo digno en Narón: «Trabajaba 15 horas diarias en un hotel de Madrid por 400 euros»

BEATRIZ ANTÓN FERROL / LA VOZ

FERROL

JOSE PARDO

De la mano de Cáritas, Daniel se ha formado y ha logrado un contrato a jornada completa en una firma en el polígono Río do Pozo

27 nov 2023 . Actualizado a las 10:53 h.

Abandonar la economía sumergida no es tarea sencilla cuando uno es joven, emigrante y está recién aterrizado en España. Pero muchos ya lo han conseguido gracias al plan de Formación en el Puesto de Trabajo que desarrolla Cáritas, en un mano a mano con empresas de la zona, para lograr la inserción laboral de personas españolas o extranjeras en situación de vulnerabilidad. Y si no que se lo pregunten a Daniel Felipe Blanco, un joven colombiano de 25 años al que ese programa le ha devuelto la esperanza y un futuro lleno de perspectivas en la comarca. «Es algo que me ha cambiado la vida. Ahora me planteo echar raíces en Narón, comprar un pisito si puede ser y hacer mi vida aquí con mi familia», comenta sonriente Daniel, que desde principios del mes de octubre goza de un contrato indefinido y a jornada completa en Forove, una empresa del polígono Río do Pozo dedicada al mantenimiento y pertrechado de buques, sistemas contraincendios y náutica deportiva.

Pero, para llegar hasta aquí, antes tuvo que recorrer un camino plagado de obstáculos. Daniel cuenta que abandonó su pueblo natal en Colombia en abril del 2022, después de que su hermano, con el que regentaba una carnicería, sufriese un episodio de violencia a manos de los grupos criminales que extorsionan a la población mediante el pago de la llamada «vacuna», una especie de «impuesto» que les exigen a cambio de ofrecerles seguridad. «La situación en Colombia no es buena, no puedes salir por la noche por miedo a que te asalten y decidimos venir a España en busca de mejores oportunidades», relata este joven, que hizo las maletas y cruzó el Atlántico acompañado de su hermano, su madre, su pareja y su pequeña hija, que por entonces tenía un año y medio edad,

Al llegar a España solicitaron asilo político, pero como todavía no tenían permiso de trabajo, a Daniel y su familia nos les quedó más remedio que ganarse el pan echando mano de la economía sumergida y trabajando de sol a sol (literalmente) por un sueldo mísero en un hotel de un pequeño pueblo de la comunidad madrileña. «Vivíamos los cinco en dos habitaciones, y como decían que ya nos daban alojamiento y comida, nos pagaban solo 400 euros al mes por trabajar de siete de la mañana a diez de la noche», explica.

Aquello duró unos seis meses, hasta que un buen día, animados por una amiga colombiana asentada en la comarca de Ferrol desde hace ya muchos años, decidieron poner rumbo a Narón. «Nos contó que aquí la vida era más tranquila y más barata y eso nos hizo decidirnos», cuenta Daniel.

Como en Madrid ya habían encontrado una mano amiga en Cáritas, al llegar a Ferrolterra, la familia se puso en contacto con la organización y allí le ofrecieron a Daniel la posibilidad de participar en el programa de Formación en el Puesto de Trabajo, realizando un curso de 400 horas sobre mantenimiento de sistemas contraincendios en Forove. «Tenía miedo de no encajar, porque yo venía de una carnicería, pero una vez que comenzó la formación en la empresa le empecé a coger cariño al trabajo y ahora puedo decir que me gusta mucho lo que hago», comenta Daniel, que actualmente se ocupa del mantenimiento de los sistemas contraincendios del Arsenal Militar de Ferrol, entre otras tareas.

Pero, además de gustarle mucho, a su empleo de Forove le pone el apellido de «digno», porque tiene contrato, un sueldo acorde al convenio del Metal, vacaciones, sus pagas extra y un horario fijo, de siete de la mañana a tres de la tarde, que le permite conciliar.

Su jefe, Víctor Veiga, destaca de él sus «ganas de trabajar», la «rapidez» con la que aprende todo y su «buena educación». Por eso, nada más finalizar la formación en el puesto de trabajo, no dudó en contratarlo. «Para mí la experiencia ha sido muy positiva, porque no lograba encontrar personal, y gracias a este plan de Cáritas, hemos podido formar y dar una oportunidad a Daniel», apunta el gerente de Forove, donde ya se están formando a otros dos jóvenes con el mismo programa. «Los emigrantes no vienen a quitarnos el trabajo, sino a aportar, y casi siempre empiezan su camino laboral desde abajo, en los puestos más duros», recalca Mela López, técnica de empleo de Cáritas.