Dos Reyes en Sarria

José Picado ESCRIBANÍA DO MAR

FERROL

01 may 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Felipe Juan Pablo Alfonso de Todos Los Santos de Borbón y Grecia, coloquialmente Felipe VI de Borbón, rey de España, vino en abril a Sarria, Lugo, a visitar a los guardias civiles que velan por la seguridad del Camino de Santiago. Felipe VI de Borbón, calificado por su padre como el más preparado de su casa es, ahora, el más transparente. Como se sabe, Felipe VI el preparado y transparente monarca, lo es de España pero también de otros muchos reinos anteriores: León, Navarra, Toledo, Galicia, Mallorca, Castilla, Gibraltar… (así hasta 15), además de rey de las Dos Sicilias, Jerusalén, Córcega, los Algarves, las Islas de Tierra Firme del Mar Océano y otros más. A estos títulos reales le suma una buena colección de archiducados, ducados, marquesados y condados, que no detallaremos si queremos quedarnos con un poco de espacio para comentar más cosas en este artículo. El caso es que fue otro rey, Alfonso IX de León y Galicia, de la casa de Borgoña, el que le había otorgado a Sarria el fuero de villa real, al igual que a Tui, Melide, Monforte de Lemos y algunos más. Alfonso IX había sido proclamado rey de León y Galicia (el reino incluía Asturias, Zamora, Salamanca y las Extremaduras) siendo un mozo valiente y atrevido. Le apretaba por el oeste el reino de Portugal y por el este el de Castilla, ambos con titulares ansiosos de ampliar sus dominios y, tal vez por eso, el astuto Alfonso dio un paso de gigante por el que se recordará por los siglos de los siglos en la historia de todas las Españas, sus predecesoras y sus sucesoras. Convocó, por primera vez en el mundo, unas cortes representativas a las que acudirían los obispos y el arzobispo de Santiago, los nobles y los «hombres buenos y buenos hombres» representando a ciudades como León, Oviedo, Ciudad Rodrigo, Zamora, Astorga, Toro y otras. León es la cuna del Parlamentarismo reconocida por la UNESCO y los Decreta de León allí firmados forman parte de la Memoria del Mundo como unos de los textos más importantes jamás sentenciados. Todo gracias al rey Alfonso y su atrevimiento para dar la palabra a la ciudadanía el 18 de abril de 1188 en el claustro de la Colegiata de San Isidoro de León, lugar que todos los gallegos, por la parte que nos toca, deberíamos visitar. El destino quiso que fuese Villanueva de Sarria, la noble villa lucense, el lugar en el que murió Alfonso IX cuando viajaba a visitar al Apóstol Santiago en Compostela. En el panteón real de la Catedral está enterrado, como había dispuesto en su testamento. Tal vez Felipe VI de Borbón tenga a bien rendirle homenaje en una futura visita a Santiago y, de paso, ensalzar los valores del parlamentarismo como forma suprema de convivencia entre iguales.