El banco de alimentos tiene ahora 3.000 usuarios más que antes de la pandemia

FERROL

Voluntarios trabajando en la sede de Ferrol del Banco de Alimentos Rías Altas
Voluntarios trabajando en la sede de Ferrol del Banco de Alimentos Rías Altas CESAR TOIMIL

De las sedes de A Coruña, Santiago y Ferrol salen 2,7 toneladas de comida al año

20 sep 2021 . Actualizado a las 16:35 h.

El Banco de Alimentos Rías Altas (Balrial) está siendo crucial para muchas familias de la provincia de A Coruña, y más desde que llegó la pandemia. A través de sus sedes de la ciudad herculina, Santiago y Ferrol, el año pasado dio salida a 2.680.498 kilos de alimentos y productos de higiene, que sirvieron para aliviar la precaria situación de un total de 24.822 personas. Las cifras del presente año van en la misma línea, y representan una subida de 3.091 beneficiarios respecto al ejercicio del 2019, en el que habían repartido 2.500.000 kilos de artículos entre 21.731 usuarios.

También se ha incrementado el número de entidades sociales colaboradoras, que son las que se encargan de la distribución a los beneficiarios, que han pasado de 171 en el año 2019 a las 182 que estuvieron operando a lo largo de todo ejercicio y lo siguen haciendo en la actualidad.

En un desglose por sedes, a lo largo del 2020, la de A Coruña distribuyó 1.804.373 kilos de alimentos a 15.516 beneficiarios a través de 87 entidades, cuando el año anterior hubiera 12.382 usuarios y 84 asociaciones colaboradoras. De la de Santiago salieron 452.373 kilos de mercancía, el número de usuarios subió de 5.476 a 5.585 y el de entidades sociales de 51 a 55. La única sede en la que se produjo un descenso en la cifra de beneficiarios es la de Ferrol, que distribuyó 423.752 kilos de alimentos, a través de 40 entidades, cuatro más que en el 2019, entre 3.721 usuarios, 152 menos que antes de la pandemia.

La pandemia del covid-19 vino a trastocar los proyectos del Banco de Alimentos, porque no se pudieron realizar las recogidas de alimentos ni las campañas en centros educativos, por lo que sus despensas llegaron a estar más vacías que nunca. Ante esta situación y al incremento de las personas que necesitaba ayuda, Balrial había lanzado un grito de socorro a la sociedad, que tuvo una amplia respuesta por parte de administraciones, empresas y particulares con un gran apoyo económico gracias al que pudieron paliar la falta de alimentos.

La gran labor de los voluntarios

La presidenta provincial del Banco de Alimentos Rías Altas, Concepción Rey Pedreira, se muestra muy agradecida por el amplio respaldo obtenido y también destaca la labor de los voluntarios, tanto los asiduos como los esporádicos, que estuvieron al pie del cañón día a día, a pesar de los riesgos y la dificultades de hacerlo en una situación tan delicada como la generada por el coronavirus.

A este respecto, y según la información facilitada por la presidenta, en cada una de las sedes hay un jefe de almacén y alrededor de treinta voluntarios habituales que van todos los días de nueve de la mañana a una de la tarde, además de otra veintena que acude los días de más trabajo. Ese trabajo consiste en la organización de los almacenes y en la entrega de los alimentos a las entidades colaboradoras, que son las que los reparten entre los beneficiarios. Estas entidades sociales van rotando y cada 15 días acuden al banco a recoger su mercancía, en la que se tiene en cuenta siempre la cantidad de personas a las que atienden, así como la edad de las mismas, porque las necesidades alimentarios varían en función de las edades.

«Más de uno soltó alguna lágrima viendo la ayuda externa que recibíamos»

Concepción Rey es la presidente provincial de Balrial
Concepción Rey es la presidente provincial de Balrial MARCOS MIGUEZ

La presidenta provincial de Balrial, Concepción Rey, asegura que la pandemia resultó ser un reto para todos. «Desde el primer momento entendimos que no podíamos cerrar, que teníamos que seguir estando ahí, que precisamente estamos para ayudar, y si en algún momento era imprescindible era precisamente en una situación como esta», manifestó a este periódico. Y así, decidieron que los voluntarios de mayor edad o aquellos que tenían algún problema de salud -la mayoría son jubilados, prejubilados o parados de larga duración, como es el caso de la presidenta, pero también hay algunos estudiantes y gente joven- deberían quedarse al margen, pero el resto siguiente al frente y se les unieron otras personas que, como no podían trabajar, optaron por ayudarles. La presidenta señala que tuvieron muchos ofrecimientos de este tipo, pero no pudieron aceptarlos todos, por la necesidad de mantener las distancias de seguridad.

«El trabajo que tuvimos fue tremendo, ya que, aparte del habitual, casi todas las entidades siguieron abiertas y seguían viviendo a buscar alimentos, pero además nos pusimos a total disposición de los servicios sociales de los ayuntamientos para lo que necesitasen», apunta, y añade que en Santiago y Ferrol hubo alguna petición desde los citados departamentos municipales, mientras que «en A Coruña fue tremendo, pero nos entendimos muy bien con las personas encargadas, aparte de la buena relación que tenemos con la concejala». Desde el concello herculino, todas las tardes les remitían un listado de personas que consideraban que necesitaban alimentos. «Estos listados diarios eran de entre 50 o 60 familias, de dos o tres miembros, algunas de ocho e incluso de once personas, y nosotros preparábamos cajas con alimentos para aproximadamente diez días, teniendo en cuenta si había menores o bebés, que después repartía Protección Civil», explica Concepción Rey, y apostilla que fue una ardua labor, «que nos obligaba a estar trabajando muchas tardes, pero teníamos un ambiente inmejorable y sabíamos que estábamos haciendo una labor indispensable».

Apoyo a los servicios sociales

En la actualidad, el Banco de Alimentos sigue teniendo alguna llamada de los servicios sociales, con los que continúa colaborando.

En cuanto a la provisión de fondos, Concepción Rey manifiesta que las cadenas de alimentación les donaron todo lo que les pidieron y en el llenado de las estanterías, que en algún momento llegaron a estar casi vacías, también contribuyeron las innumerables donaciones económicas de particulares y de las administraciones, así como de muchas empresas. «Incluso hubo trabajadores que donaron lo que su empresa les daba en Navidad. La colaboración de toda la gente anónima fue determinante para nosotros, que veíamos que todos los días nos llegaban cosas, así como la cantidad de personas que hacían la compra en cualquier supermercado y nos la enviaban a nosotros», apunta la presidenta, y concluye: «Aquí más de uno soltó alguna lágrima viendo toda la ayuda externa que recibíamos; fue algo impresionante».