«Entré en el estadio olímpico y lloré»

FERROL

Mugardos y As Pontes reciben a Belén Toimil y Dani Castro tras la experiencia en Tokio

12 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Con pancartas, unos aros olímpicos caseros, música y mucho amor recibieron el pasado lunes en Mugardos a su vecina más ilustre, Belén Toimil. «Llegué de Tokio el día 3 pero me vine a León, donde vivo, para reorganizar maletas y ver amigos», comenta. No pasaba unos días con su familia desde marzo y no se imaginaba semejante recibimiento. Fueron su tío y su padre los compinches que la recogieron en la estación de A Coruña y, al bajarse del coche, vio todo. «Estaba tan emocionada y feliz que no era capaz de ver a todo el mundo. Vino una amiga de Vilagarcía, la madre de otra que vive en Londres con ella por videollamada, otra con sus hijos... De noche me puse a llorar yo sola en la cama. El cariño de la gente es abrumador», agradece. La lanzadora de peso reconoce que aún está «procesando» todo lo que ha vivido en las últimas semanas. «Mi competición no fue como yo hubiese querido, no estoy contenta con lo que hice, me fastidió no poder demostrar lo que trabajé para poder estar ahí, pero luego hay que hacer un ejercicio para valorar lo conseguido y disfrutarlo», explica Toimil.

A unos treinta kilómetros está también ya en casa con su familia otro deportista olímpico que vive unas emociones similares. «Tenía muchas ganas, desde enero no veía a mi familia, y están muy contentos», comenta el arquero de As Pontes Dani Castro. Estará en casa pocos días, solo lo que resta de semana, tras lo que le toca volver a marcharse para preparar el primer Mundial post Juegos Olímpicos. Pero no importa, está feliz con lo vivido y su paso por Tokio. «Cada día te sorprende algo. El primer día llegas desubicado. No sabes ni dónde está el comedor. Es todo muy especial. Empiezas a ver las tiendas, a dar paseos por la villa, ves a deportistas con bicicletas de sus federaciones... », explica el arquero. Toimil señala que, aunque hayan vivido sus primeros Juegos Olímpicos en formato burbuja, han disfrutado al máximo de la experiencia. «En la villa era flipe tras flipe. Los edificios con las banderas de los países; ibas al comedor y era como un Ikea de dos plantas en el que había de todo y todo el día; paseabas y estaban allí los aros gigantes... Es alucinante», recuerda.

Pero, de todas las experiencias, la mugardesa se queda con su primera vez en el estadio olímpico. «Fui antes de competir para probar el agarre del círculo con las zapatillas y hay un vídeo que me hizo el seleccionador en el que estamos entrando en el estadio y me puse a llorar. Te envuelve una sensación...», describe. Y reconoce que no quiso abandonar el recinto. «Era enorme, todo decorado con los aros y Tokio. La gente lo probaba y se iba, pero yo me quedé a estirar. Pensé: ‘Si cierran, ya me echarán’ y estuve media hora dentro, viéndolo, disfrutando, porque luego compites y te vas», bromea.

Castro tuvo el privilegio de poder vivir uno de los momentos más especiales de unos Juegos Olímpicos, la ceremonia de inauguración. «Fue la leche, de las más bonitas que he visto. El detalle de los drones, los pájaros de papel, el pebetero fue muy especial, se abrió como si fuera una flor de loto... lo único que eché en falta fue el público», valora. Y ese momento lo vivió con grandes figuras del deporte nacional. «Tuve la suerte de estar con Pau y Marc Gasol, con los hermanos Hernangómez, con Saúl Craviotto...», recuerda.

El arquero siempre tendrá gravado en su memoria el duelo en el campo de finales. «Aunque haya salido regular, es con lo que siempre soñé. Ves los aros olímpicos por todos los sitios y sabía que me estaba viendo mi familia desde casa y que estaban orgullosos de mí. Me quedo con eso, sin ninguna duda», destaca. Comenta que los nervios le jugaron una mala pasada, pero con el paso de los días valora todo lo logrado. «Empecé bastante nervioso y el primer set fue el que mejor me salió. Luego me puse aún más nervioso y a partir de ahí la cosa fue a peor. Pero me voy con un buen sabor de boca. El resultado no hace justicia a todo el trabajo que se ha hecho esta temporada pero al final unas veces se gana y otras se pierde, pero hay que seguir peleando con ganas para París y todo lo que venga por delante», valora el joven pontés.

Convivencia

Pero no todo fue competir. Belén compartió su apartamento con parte de las chicas de la delegación de atletismo. «Yo tuve la suerte de estar en mi apartamento con el chico que consiguió la medalla de tiro al plato en mixtos, Alberto Fernández; tres halterófilos; Aleix Heredia, de pentatlón moderno y Carlos Llavador, de esgrima», indica Castro. Y no solo disfrutaron de la convivencia en sus apartamentos. También de coincidir con figuras del deporte internacional. «Cuando llegué al estadio estaba Javier Gómez Noya y me hizo muchísima ilusión. Veías a alguien con la camiseta de España y saludabas. Recuerdo que coincidí con la selección española de baloncesto, que iba a jugar contra Eslovenia, les deseabas suerte y te daban las gracias», comenta.

Ambos tienen ya París como su próxima meta. «Quiero vivir unos Juegos con todo, sin restricciones. Para París voy a poner un autobús desde Mugardos para que vaya todo el mundo», bromea Toimil, quien avanza que este mes dejará para siempre dibujados en su piel los aros con tinta.