Al menos nos queda el aroma del buen café

FERROL

I. VALERIO

Casa Amador, con casi un siglo de historia, ya es todo un clásico

27 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que nos hemos quedado sin la hostelería para tomar el primer café de la mañana, se me ocurre recomendar a quienes no puedan pasar sin el aroma de un buen café dar una vuelta por la esquina de la calle del Carmen con Iglesia. Allí no podrán tomar un café, pero sí comprarlo y deleitarse con el aroma que desprende el proceso artesanal de tueste que desde hace casi un siglo caracteriza los cafés de Casa Amador. Jorge Amador lleva toda su vida viviendo entre café. Su abuelo fundó el negocio en 1923, especializándose en dar el tueste adecuado a cada tipo de café. La tostadora se fue luego a una nave en Catabois y posteriormente al polígono de A Gándara, aunque en el año 2000 Jorge volvió a poner en marcha la tostadora en el ultramarinos de la calle del Carmen, y allí, junto a su hijo Alejandro, tuesta y envasa, cara al público, los cafés especiales de diferentes orígenes como Brasil, Colombia Supremo, Costa Rica, Etiopía, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Kenia y Perú. Pero además tuestan también deliciosos frutos secos como pistachos, almendras avellanas y anacardos que podemos comprar a granel. Mientras, en A Gándara siguen tostando café, el Colombia de serie como lo denomina Jorge. En la tienda de la calle del Carmen huele a café del bueno, allí se tuestan los mejores cafés. El proceso es controlado por Jorge al pie de la tostadora. El grano se introduce en una especie de tambor que, como el de una lavadora que va dando vueltas, tuesta de modo uniforme. Requiere ser precisos con los tiempos y Jorge. con la ayuda de su hijo Alejandro. controla hasta el más mínimo detalle. Tras ese proceso, el café pasa a un enfriador antes de ser envasado al vacío para llevárselo a casa o para enviarlo desde Ferrol a cualquier lugar del mundo con Amazon. Un proceso tradicional que se ha sabido adaptar a los tiempos y que incluso podría incluirse en alguna ruta turística. Ver abrir el tambor con el café recién tostado es todo un espectáculo para los amantes del café y sus aromas.

I. VALERIO

Encadenando la terraza

Muchos son los cafés que a lo largo de su vida llevan servidos dos reconocidos hosteleros a quienes esta semana hemos encontrado juntos hablando de ese monotema en el que acaba cualquier conversación de amigos y, de paso, de la situación del sector hostelero ante las nuevas restricciones. Alfonso Gómez, de mesón Alfonso, y Emilio Vázquez, de la cafetería Avenida, presiden sendas asociaciones. La de Comercio y Hostelería de Ultramar el primero, y la de Hostelería de Ferrolterra el segundo. Y nos dejaban esta imagen que, bromeando, y por aquello de que no son convivientes, señalaban, incumpliría a partir de hoy la normativa vigente para tratar de frenar la pandemia. Ya más en serio apuntaban que esperan que las medidas sirvan de algo y la gente las cumpla, si bien creen que han llegado demasiado tarde. Coinciden ambos en que la situación es muy delicada y preocupante, sobre todo para compañeros a quienes la pandemia les ha afectado en un momento de revés económico tras hacer inversiones en sus negocios sin esperar que algo así fuese a ocurrir prolongándose tanto en el tiempo. Los dos señalan que este nuevo cierre será una losa para buena parte del colectivo, que sigue demandando ayudas para evitar que el sector se desmorone. Simbólicamente ayer encadenaban las mesas y las sillas de la terraza, que para algunos ha sido una balsa de salvación a la que aferrarse en medio del temporal. Ahora que el pico de la ola se los ha llevado por delante, piden sentido y rigor para que no tengamos que seguir pagando todos el elevado precio de las nuevas restricciones mas allá de lo inicialmente previsto, o el sacrificio del sector no servirá de nada.