No son días para la ira

Nona I. Vilariño MI BITÁCORA

FERROL

16 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Dos son los recuerdos de mi vida política visibles en el espacio más entrañable de mi casa: una fotografía, hecha el día después del intento de golpe de Estado del 23f, en el momento de la salida del Congreso, a una compañera, Elena Moreno y a mí. Nos recibe con los brazos extendidos un capitán de la Policía Nacional. Todo un símbolo…

El otro, una foto, entrañable en su enfoque, del presidente Suárez del que aprendí tantas cosas… Entre ellas el respeto a «los otros» y una reflexión, que conviene en los obscuros momentos políticos actuales.

Repetía con frecuencia que su principal objetivo era contribuir a consolidar una España plenamente democrática en la que no se reprodujesen los dos bloques enfrentados, antagónicos en cuestiones esenciales (constitucionalmente resueltas por amplio consenso).

Bloques que, históricamente, han necesitado desenterrar fantasmas de odio y exclusión para derrotar al otro.

Aquel objetivo buscaba una transición de la oposición al poder y viceversa como un proceso de normalidad democrática, al amparo de la reconciliación que inspiró la Transición y sin «derribos pendientes». Y así fue durante más de 40 años…

La historia y un presente en el que la ira tiñe el debate y mutó, en no pocos casos, en odio al adversario, identificándolo como heredero de un régimen, el del 78, que los populistas califican de estafa, avalan los temores.

Y las mentiras oficiales cabalgan sobre la deslealtad, en vuelo libre y rasante, hacia el poder absoluto…

No son días para la ira y sí para el rotundo compromiso con lo que nos une, empezando por la lengua común…