Las librerías del centro registran al fin un repunte de ventas

PABLO J. RAÑALES PÉREZ / a.u. FERROL / LA VOZ

FERROL

JOSE PARDO

Los clientes habituales retornan tras el parón por el covid-19

08 jul 2020 . Actualizado a las 17:57 h.

Más allá de los vaivenes del confinamiento, la «nueva normalidad» ha desembocado en un regreso paulatino al contacto personal de los libreros con sus clientes habituales y a un repunte de ventas. La crisis del covid-19 les obligó a trasladarse desde el espacio físico hacia un ecosistema virtual clave para mantener el contacto con los compradores, y ahora vuelven a la cotidianidad. No obstante, este trasvase hacia la esfera digital ha sido fundamental para las tres librerías del centro: Cantón 4, la Central Librera de la calle Dolores y, también, la de la calle Real. Todas se han volcado, durante estos meses, con la distribución en línea como forma de subsistir y capear el temporal del covid-19, con una reseñable subida de las ventas por Internet. «La venta online ha sido la salvación en el parón», explica Daniel Berini, librero y trabajador de Cantón 4.

Ahora, tanto los clientes habituales como los nuevos acuden otra vez a las librerías, y se hace palpable que las relaciones entre libreros y lectores, fundamentales dentro del negocio, se mantienen. «Creemos que, quien era lector antes, continuará siéndolo ahora», declara Alberto Justo, de la Central Librera de la calle Dolores.

Sin embargo, todos concuerdan en que la crisis del covid-19 ha apuntalado, por el temporal económico, la tendencia a la baja del sector. «El futuro es complicado; ya veníamos muy tocados de antes», declara Elena López, trabajadora en la Central Librera de la calle Real. Aunque se camina poco a poco hacia niveles previos al coronavirus, la reducción de novedades y de la producción de tiradas, como explica Elena López, es patente. Y en todo este panorama, Amazon se convierte en un agente muy dañino para el pequeño comercio de proximidad. «Todavía falta conciencia de consumo local», defiende Alberto Justo.

Lo principal continúa: bregar en un sector cultural con deficiencias estructurales y problemas económicos ya desde antes de la crisis sanitaria.