El Racing ha cumplido cien años. Y los ferrolanos debemos celebrar este centenario como se merece un equipo que resistió y superó situaciones muy difíciles y que hoy tiene una posición que le abre la posibilidad de recuperar la categoría de plata, que debe ser el objetivo y el compromiso de todos los racinguistas.
Desde niña vivo el fútbol como una pasión. En El Inferniño asistí durante años a todos los partidos. Entonces era poco frecuente que hubiese mujeres aficionadas Y, personalmente, no sabría explicar en qué momento El Carrusel Deportivo comenzó a ser mi compañero fiel en las tardes de fútbol. Y, son palabras de Valdano, «el fútbol es la cosa más importante de las menos importantes».
Entonces El Racing era seña de identidad de una ciudad que disfrutó de excelentes jugadores de aquí y de fuera- sobre todo vascos- que mientras hacían su mili jugaban cedidos... Son historia imborrable. Pero puede volver el esplendor en la hierba de A Malata. Y un nutrido grupo de seguidores que llevan en su ADN sangre verde, lo intentan sin rendirse. Y en ellos debe basarse el renacer de un espíritu que necesita voces y bufandas al viento pero, sobre todo, pasión. En Alberto, uno de esos seguidores, quiero simbolizar mi ilusión y mi esperanza. Es hijo de un primo, entonces niño, que me acompañaba a los partidos cuando, en mis vacaciones universitarias, ya no tenía pandilla futbolera.
El Racing es un club. Pero también un punto de encuentro sin exclusiones. Y una posibilidad de que Ferrol sea «de plata». Sus cien años son luz para el futuro. Gracias a los que nunca lo abandonaron.