Una repartidora de La Voz centenaria

Álvaro Alonso Filgueira
ÁLVARO ALONSO FERROL / LA VOZ

FERROL

JOSE PARDO

La vecina más longeva de Caranza, María Fandiño Andón, llevó la prensa quince años por el barrio de Esteiro y sabía leer

20 dic 2018 . Actualizado a las 09:44 h.

«Señora Fandiño, ¿usted conoce a este señor?», recuerda que le decía Vergara, su jefe. Seguro que lo conocía. Como a tantos otros ferrolanos del barrio de Esteiro, donde María Fandiño Andón (Mántaras, Irixoa, 6 de febrero de 1918) trabajó como repartidora de prensa durante quince años. «Repartía La Voz de Galicia», deja claro con 100 años y una buena memoria. Llevar periódicos a las casas fue su último oficio antes de jubilarse, pero el primero en el que tuvo contrato y estuvo asegurada. Le valió de mucho saber leer, algo no tan habitual entre las mujeres -e incluso hombres- de su generación. «Señora Fandiño, que usted sabe leer, haga tal cosa, que lo va a hacer mejor que nosotros», rememora que le decían Vergara y César, su otro jefe.

«La mayoría apenas sabían leer y me mandaban a mí. Fue gracias a mi madre [Felisa, cocinera], que solo quería para y mis hermanos que aprendiéramos», relata María. De hecho, en La Voz también se encargaba «a primeros de mes» de cobrar los recibos a los suscriptores. Entre los que nombra está Sánchez Dopico, histórico dirigente del Racing y fundador de Pan Piana, que también cita. Algunas de sus compañeras fueron -enumera- Balbina, Victoria, Manola, Elenita y Luisa.

JOSE PARDO

Además de este empleo, la centenaria también limpió casas; tuvo un puesto de castañas asadas muchos inviernos junto a la iglesia del Carmen; y vendió leche y pan por la calle. «¡Vendo leeeeeite!», repite María la forma en la que se anunciaba. Asimismo, le encantaba elaborar las palmas típicas del Domingo de Ramos.

A pesar de vivir ahora en Ferrol, la infancia de María pasó en Irixoa, donde ya con 7 años empezó a trabajar para los terratenientes de la zona, para labores como cuidar vacas. Durante su adolescencia vivió la desgracia de ver enfrentarse en la Guerra Civil a dos de sus hermanos. El que estaba en el bando nacional falleció, mientras el otro se marchó a Francia tras la contienda. Este regresó en los años setenta y visitó a la familia, pero al poco de volver al país galo murió de forma natural a una edad temprana.

Su marido fue Francisco Casteleiro, lector apasionado de La Voz, y la única hija de ambos es Manoli Casteleiro Fandiño, que acompaña a su madre durante la entrevista. «Llevo toda la vida con ella. Recuerdo que cuando era pequeña me quedaba mucho sola porque mis padres no paraban de trabajar, pero a mí nunca me faltó de nada. Me dieron de todo a pesar de los años difíciles y las calamidades que pasaron. Más adelante mi padre entró en Bazán y todo fue mejor. Y me ayudó a criar a mis hijas», valora Manoli, que le traslada en voz alta las preguntas al oído.

JOSE PARDO

A pesar de que ha perdido casi toda la audición y algo de vista, María sigue levantándose sola de cama y no hasta hace tanto también se aseaba. Vive en el mismo edificio con una hija de Manoli, cuyo marido, Miguel, también la cuida. «A mí me murieron mis padres cuando era pequeño y ha sido más que una madre», se emociona él, que sale con ella a pasear.

En este momento, con 100 años, es la vecina más longeva de Caranza, donde el lunes, con motivo de la presentación del proyecto Cenx100, recibió un homenaje de la asociación de vecinos. «Es un orgullo, pertenece a una de las familias más implicadas en el barrio», expresa la presidenta, Mapi Venancio. En febrero, la familia celebró el centenario y, si todo marcha bien, pronto la edad se convertirá en 101.

Relevo en el barrio

El barrio de Caranza tuvo hasta hace poco una vecina nacida un año antes que María. Se trataba de Rosa Dativo López (14 de febrero del 1917), que según el libro «Cenx100» vino desde Argentina para Canido y empezó a trabajar de empleada del hogar, con buenas dotes de cocinera. En Caranza, donde se mudó, vivía «feliz», expresaba para la publicación, disfrutando de sus nietas y bisnietos.