«Lo mejor de todo son los recuerdos»

Ramón Loureiro Calvo
RAMÓN LOUREIRO FERROL / LA VOZ

FERROL

César toimil

A sus 87 años, el escultor ferrolano sigue instalando su tradicional nacimiento

12 dic 2016 . Actualizado a las 18:41 h.

Hace casi tres cuartos de siglo que Alfredo Martín instala, en el mismo lugar en el que antaño habían alzado su convento los Padres Franciscanos -esos frailes, siempre entregados a la causa de los pobres y de los perseguidos, que tanto hicieron por difundir el belenismo en Galicia-, el Nacimiento de la Orden Tercera. Ahora él, Alfredo, tiene 87 años. Solo algunos más que su belén, que comenzó a instalar cuando aún era prácticamente un niño. Y lo que ha creado, esa máquina del tiempo que permite regresar a la infancia a quienes a veces creen que ya lo han visto todo en la vida, es como un auténtico milagro que cada Navidad reconforta hasta los corazones más fríos. Perdonen ustedes que uno se emocione un poco.

-Su belén parece nuevo todos los años, Alfredo...

-Es que todos los años tiene cosas nuevas. Siempre hemos tratado de cambiar, de ir mejorándolo. Sin embargo, este no es un año de grandes novedades. Hemos hecho mejoras que nos han dado muchísimo trabajo, porque queremos que todo funcione a la perfección. Pero lo que hemos cambiado, desde la perspectiva del espectador, no se nota mucho, excepto en las luces, porque al fin y al cabo lo que queríamos era acentuar la sensación de realidad, que es nuestro principal objetivo, y eso pienso que lo hemos conseguido. ¿Sabes cuántas figuras se mueven en este belén

-Creo que lo sé, sí. Pero casi no voy a aventurarme con una cifra. Prefiero que sea usted quien me lo diga, y así ya no me quedan dudas.

-Pues son más de doscientas las figuras dotadas de movimiento que tenemos aquí. Tendrías que ver el trabajo que da preparar todo esto, lo que hacemos para que cuando lleguen las Navidades pueda abrirse al público y funcione perfectamente. Hay una parte del belén muy interesante que la gente no conoce...

-¿Cuál?

-La que está bajo su superficie, la que no se muestra a la vista del público. Lo que permite que todo se mueva. Lo que hace que las figuras se muevan con el aliento de vida. En este belén no hay autómatas. Las figuras están vivas.

-Son personajes.

-Por supuesto. Son los personajes del Nacimiento de Jesús.

-Que ya serán buenos amigos suyos, todos.

-¡Claro que lo son! [bromea Alfredo] Unos más que otros, pero todos amigos. En general, yo diría que estas figuras, las del belén, ya son parte de la familia.

-Me gusta verlo sonreír.

-Me alegra ver todo esto, una Navidad más. Pero mi alegría ya no es la de antes, ¿sabes?, porque mi salud tampoco lo es. Ahora, si no tuviese quien me ayudase, este belén ya se habría acabado. Pero por suerte tengo a mis hijos, que son lo mejor que existe. No sé qué haría sin ellos. Ellos, que están a mi lado, que me ayudan en todo siempre, han conseguido que siga habiendo Belén. Ellos y, por supuesto, todos los amigos que colaboran. Esto que aquí se ve, y que exige tanto esfuerzo, no habría durado hasta ahora si yo no hubiese tenido ayuda.

-¿Quiénes vienen a ver más el belén, los niños o los mayores?

-Pues vienen más los mayores [sonríe Alfredo, de nuevo]. Algunos dicen que vienen sobre todo por traer a sus hijos o a los nietos, pero yo bien veo cuánto les gusta volver a ver el Nacimiento.

-Y eso también será una satisfacción para usted, supongo.

-¿Cómo no va a serlo? ¿A quién no le gusta que lo quieran? Vienen y me hablan. Se acuerdan de mí. El otro día vino el primer paje que tuvo el belén. Y eso es muy bonito.

-Ahora, con la perspectiva que le aporta el paso del tiempo, cuando mira hacia atrás, ¿qué piensa?

-Que son muchas las razones que tengo para estar agradecido a todas las personas que han estado conmigo y que siguen estando a mi lado. Y que le estoy muy agradecido, también, al belén.

-Y lo mejor de todo, ¿qué es, Alfredo?

-Lo mejor de todo son los recuerdos.