La tendencia es, y no lo digo yo, que lo dicen los expertos, a tener inviernos cada vez más cálidos y secos. Es lo que tiene el calentamiento global. Para ejemplo, el que acabamos de despedir, que se caracterizó por temperaturas de más de 20 grados en diciembre y un tercio de precipitaciones menos de lo habitual.
En este contexto al que nos aboca el calentamiento global, juegan un papel muy importante las terrazas. Ya no solo por el cambio climático, sino también porque las mesas y sillas al aire libre se han convertido en los lugares preferidos de los fumadores.
Es un tema peliagudo, y en el que ya trabaja la concejalía de Urbanismo (PSOE), con el fin de armonizar estos espacios y que sean acordes a los barrios protegidos de la urbe. La medida no cuenta con el respaldo de todos los hosteleros, que en algunos casos consideran que tendrán que hacer una nueva inversión para poder adaptarse a los requisitos que marque el Concello.
Pero bien es cierto que, mirando el ejemplo de otras ciudades como Santiago o Pontevedra, se demuestra que unas terrazas en sintonía y respetando al máximo la belleza de los cascos históricos son un valor añadido.
Hay que mirar muy mucho donde se permiten su instalación y qué requisitos se pide a los hosteleros, evitando que la medida suponga un gran perjuicio económico para el sector. Pero está claro que una ciudad humanizada pasa por que sean los peatones los que tomen las vías públicas, bien sea paseando, mirando escaparates o sentándose en una terraza para disfrutar de una tarde al sol. Sí a las terrazas, aunque habrá que definir cómo.