Operación bikini para el Beirut del Cantón y el estudio Padín

Bea Abelairas
B. Abelairas LA VOZ

FERROL

Las obras del local en el que reabrió el Beirut en el 2012 están en marcha.
Las obras del local en el que reabrió el Beirut en el 2012 están en marcha. ángel manso

Dos locales salen de la tristeza posterior al cierre y esperan reabrir en los próximos meses

21 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay dos locales bien conocidos del centro que están en plena operación bikini: uno está en el Callao y es el estudio de fotografía Padín, el clásico de las celebraciones más tradicionales. Cerró definitivamente hace unos meses y la esquina estaba tornando cada vez más lúgubre, así que los propietarios han decido «adecentarlo» y sacarlo al mercado cuanto antes. «Aún no sabemos qué va a ser, solo queremos alquilarlo», explica uno de los responsables del Zahara, dueño del local ubicado justo enfrente, y desde donde se dirige la obra. No pocos clientes de este establecimiento sopesaban ayer la posibilidad de que el antiguo estudio fuese el Zahara dos, que estaba en el Cantón y que acaban de dejar a un exempleado. «Por ahora solo habrá un Zahara», replican desde uno de los bares más famosos por su tortilla o su carne asada, entre otras especialidades.

Nueva reapertura

Es más que probable que el próximo verano ya esté operativa la terraza del Beirut. Un establecimiento del Cantón que se encuentra en plena renovación para reabrir de nuevo.

Cambiará casi todo en el local, excepto el nombre, pero las obras todavía están en los inicios. Este sería el segundo renacer de este local, que en el año 2012 ya reabrió con una imagen muy centrada en la ciudad.

Estas dos iniciativas siguen a un reguero de nuevas aperturas y reformas que han impuesto un lavado de cara en las calles del centro. Los primeros fueron el Bonilla y el Derby de la calle Real, que ha estrenado, además, una programación más o menos estable de recitales en su terraza. En febrero el Zahara del Cantón pasaba a llamarse Ankha y renovaba su carta (sin tocar su famosa tortilla). Mientras, el café más antiguo de la ciudad, el Tupinamba sigue esperando por un relevo. «Llaman, pero no se deciden», cuenta Francisco Maceira, el propietario, un poco apesadumbrado porque hace poco más de una semana sufrió un robo que les destrozó la cristalera.