Cruz Roja acaba de condecorar con una medalla de bronce a Sandra Álvarez, una ferrolana nacida en Brasil que trabaja para la organización humanitaria desde el año 2002
08 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Sandra Álvarez Sanmartín (Río de Janeiro, 1961) es de esas personas que transmiten buenas vibraciones nada más conocerla. Ni una mala cara. Ni un mal gesto. Ella es todo sonrisas. Y al hablar de su trabajo como voluntaria de Cruz Roja en Ferrol, irradia ilusión y optimismo. «Es una de las mejores voluntarias que tenemos; está muy comprometida con su trabajo y es muy responsable, además de una bellísima persona», comentan sus compañeros de la organización cuando ella no les escucha. Por todos esos méritos, hace poco más de una semana, Sandra recibió la medalla de bronce de Cruz Roja. Y para ella fue como si la hubiesen aupado al mismísimo podio de las Olimpiadas.
?¿Se esperaba el bronce?
?¡Qué va! Para mí fue una sopresa, pero me siento muy agradecida. Aunque tengo que decir que esta medalla es comunitaria. Pertenece también a mis compañeros, porque aquí somos todos una piña. Cada vez que la mire me acordaré de ellos.
?¿Por qué se hizo voluntaria de Cruz Roja?
?Yo siempre quise entrar a formar parte de una organización de ayuda humanitaria. Lo decía y lo pensaba muchas veces y un buen día me decidí. Busqué la dirección de la Cruz Roja en las páginas amarillas y allí me fui. A la calle del Sol. Elegí esta organización por su prestigio, porque era la que más confianza me inspiraba y, sobre todo, porque uno de sus pilares fundamentales es la humanidad.
?¿De eso hace ya...?
?Pues hace ya trece años. Me hice voluntaria en el 2002 y desde entonces he trabajo en varios proyectos de ayuda social.
?¿Qué trabajo desarrolla ahora como voluntaria?
?Ahora estoy involucrada en un proyecto de animación hospitalaria en el Hospital Arquitecto Marcide. Vamos allí todos los jueves y, durante dos horas, hacemos actividades y juegos con los niños que están ingresados. De lo que se trata es de llevarles un poco de diversión y alegría para que no se les haga tan pesada la estancia en el hospital. Y, además de este proyecto, también sigo trabajando en teleasistencia y ayuda a domicilio, que fue en el campo en el que empecé. Voy a casa de personas mayores que cuentan con el dispositivo de aviso de emergencias. Es una especie de collar que llevan colgado al cuello y que con solo pulsarlo los pone en contacto con la central de alarmas de la Cruz Roja. Lo que hago yo es visitar a esos mayores, para estar un rato con ellos, ver que se encuentran bien y comprobar que la terminal funciona correctamente.
?O sea, que por un lado atiende a la infancia, y por otro, a la tercera edad. ¿Cómo lo lleva?
?Es fantástico porque son dos mundos diferentes, pero de los dos aprendo mucho. Los mayores me aportan sabiduría y los niños me llenan de energía. Yo soy una persona muy vital y ellos consiguien sacar a la niña que llevo dentro. Hacen que no me olvide de esa ilusión y esa capacidad de sorpresa que todos llevamos dentro cuando somos pequeños.
?¿Nunca se cansa?
?Nunca. Para mí es un placer. Lo bueno de ser voluntaria es que lo haces porque te da la gana y, sobre todo, que lo disfrutas un montón. Voy a hacer mi trabajo feliz y vuelvo a casa feliz. En el mundo laboral uno no siempre puede trabajar en lo que le gusta, pero siendo voluntario sí.
?¿Cualquiera puede serlo?
?Iba a decir que sí, pero no es cierto. No todo el mundo puede ser voluntario. Hacen falta dos cosas muy importantes: voluntad y constancia. Hay que tener un compromiso fuerte para no dejar colgada a la organización cuando te necesita.