Agosto del 2014. Los afortunados padres que han terminado -y por lo tanto tenido- vacaciones estivales tienen que regresar al trabajo y se las ven y se las desean en muchas ocasiones para encajar su vuelta a la actividad laboral con el tiempo libre que hasta bien entrado septiembre tienen sus hijos. Hasta donde yo considero, debería ser una responsabilidad compartida entre ambos progenitores, y afortunadamente cada vez más eso es así. Estoy rodeada de chicos que lo hacen, compañeros de trabajo y amigos que se portan como padres que contribuyen a tumbar viejos prejuicios.
Pero muchos focos, demasiados, continúan puestos sobre las madres. Sí, en pleno siglo XXI, a algunas se les exige un plus de responsabilidad -¿se busca también sobrecargarlas de culpa por su actividad laboral?- en el cuidado de los hijos. Lo vemos a diario en el interior de muchas casas y también públicamente. ¿Han escuchado alguna vez a un dirigente empresarial, político o social masculino dar explicaciones públicamente de cómo concilia mientras que se bombardea a sus homólogas con preguntas sobre cómo logra -sí, en singular- no descuidar a sus hijos al mismo tiempo que desarrolla su actividad profesional?
Pero si hay algo inaceptable es que sean los propios responsables políticos, y para más inri mujeres, las que continúen perpetuando estereotipos. Como la concejala de Igualdad diciendo hace dos días que los campamentos urbanos que propicia el Concello ayudan a conciliar a las madres. Sin palabras.