Una familia en la cresta de la ola

TEXTO Beatriz Antón FOTO César Toimil

FERROL

Con solo 12 años, ella sueña con emular a Kelly Slater, Alana Blanchard o Nick Fanning. Él, también atrapado por el surf, se ha convertido en su mejor apoyo

13 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

A Yolanda Rodríguez le gusta estar con sus amigos, se emociona con el hip hop americano de Black Eyed Peas y no se pierde ni un solo capítulo de El Internado . Su perfil encajaría perfectamente con el de cualquier otra niña de 12 años si no fuera porque cuatro días a la semana -sea verano o invierno, caigan chuzos o luzca el sol-, esta ferrolana de look californiano se enfunda su traje de neopreno y se lanza a las olas con un único objetivo: llegar a ser una buena surfista profesional.

Algo tímida, pero muy simpática, Yoli cuenta que la afición por el salitre y las tablas de surf le llegó hace ya cuatro años, cuando solo tenía ocho, y explica que gran parte de la culpa la tuvo su padre, Marcos Rodríguez. Marquitos (como le llaman sus amigos) asegura que la primera vez que la vio surfear se quedó estupefacto. «Un día me pidió la tabla, y nada más coger la primera ola, ya se puso de pie... Ahí supe que tenía aptitudes para esto», dice orgulloso.

Él, que empezó a surfear relativamente tarde y sin profesores -a los 15 años y con su amigo Nano Couto como único maestro-, supo entonces que lo mejor para su hija sería ingresar en una escuela. «Al principio le intenté enseñar yo, pero las cosas se empezaron a torcer, porque discutíamos mucho. Separar la faceta de padre de la de profesor es muy difícil», apunta Rodríguez. «Las clases estaban bien, pero es verdad lo que dice. Teníamos peleas a menudo», confirma su hija.

Las solución llegó al cabo de un año, cuando Marquitos y Miguel Galeiras fundaron el Club Surf Praia de Pantín y su escuela, donde Yoli empezó a entrenar con otros profesores... Y sin discusiones. Ahora Pablo Romero Occy se encarga de sus entrenamientos y, tras tres años en la escuela, Yolanda ha conseguido su primer contrato profesional.

«Desde hace quince días forma parte del equipo Movistar junto a deportistas como el gallego Gony Zubizarreta, la cuatro veces campeona del mundo de kite surf Gisela Pulido o la subcampeona del mundo de body Eunate Aguirre», explica su padre muy ilusionado.

Sin embargo, Marcos tiene claro que lo más importante ahora es que su hija mantenga «los pies en la tierra». «Lo primero son los estudios y después el surf», apunta. Y ella, aunque solo tiene 12 años, también parece saber bien lo que quiere. «A mí no me gustaría dejar el surf nunca, pero también quiero estudiar. Cuando sea mayor me encantaría hacer Medicina o algo así», explica convencida.

Padre e hija viven el surf de maneras muy diferentes, pero con la misma intensidad. Para Yolanda, la tabla es diversión y ahora, también, un reto deportivo. Para Marcos, representa sobre todo una «forma de vida». Y es que todo (o casi todo) en su vida gira en torno al surf. Lo vive en el trabajo, como responsable de la tienda de O'Neill; con su familia, siguiendo muy de cerca los pasos de su hija; y también como organizador del Pantín Classic, una cita que para él es «mucho más que un campeonato».

Sin olvidar el legado que a él y a Galeiras les dejó Jesús Busto, el anterior organizador, ahora pelea por lograr las seis estrellas para la prueba. Y, además, en lo personal, acaricia otro sueño: pasar una larga temporada en las playas francesas de Hossegor, junto a su hija, para empaparse del mejor surf.