Poniendo guapas a las ferrolanas

TEXTO Beatriz Antón FOTO Marcos Creo

FERROL

Manoli revolucionó el comercio local con exclusivas prendas de Armani y modelos imposibles de Sybilla; ahora su hija le sigue los pasos en A Magdalena

31 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

En los años 70 y 80 el término fashionista todavía no se había inventado, pero las ferrolanas que ya lo eran (adictas a la moda, queremos decir) sabían muy bien hacia dónde encaminar sus pasos para hacerse con lo último de lo último. En A Magdalena, por aquellos tiempos, existían pocas tiendas que vendiesen firmas de alta costura. Estaban Lille, Berta... Y la boutique de Manuela Niebla, una pionera que en Ferrol dio el campanazo al ofrecer exclusivos modelos de Armani -fue una de las primeras clientas que el modisto italiano tuvo en España-, y al conseguir, además, que de las perchas de su tienda colgasen prendas de Sybilla, Jesús del Pozo, Vitorio&Luchinno y otros muchos maestros de la aguja y el dedal.

Pero para contar esta historia desde el principio hay que remontarse a los años 60, cuando Manoli, como la llaman todos, entró en contacto por primera vez con el mundo de la moda. Con 16 años empezó a trabajar como empleada en Arco -«una de las primeras boutiques que hubo en Ferrol», recuerda ella- y, tras coger experiencia, se hizo cargo del negocio junto a una socia. Pero los años fueron pasando, y a Manuela -siempre muy emprendedora- le entraron ganas de volar en solitario. Así que, sin pensarlo demasiado y con el apoyo incondicional de su marido, Doroteo López, la empresaria montó Manuela Shop en la calle de la Iglesia.

«Allí vendíamos ropa de inspiración hippy y el negocio tuvo tanto éxito que había días en los que las clientas hacían cola por la escalera», explica Manoli regresando con la memoria a los años 70. Pero el verdadero bum llegó en la década siguiente, la de los 80, cuando la empresaria se mudó a un entresuelo de la calle Real y abrió Manuela. «Aquella fue una época muy buena; vendíamos modelos de Sybilla imposibles, con alambres internos y superposiciones, y teníamos clientas de toda Galicia», cuenta orgullosa.

Por aquel entonces -antes de que Manoli abriese en la calle Magdalena Niebla, una boutique que inauguró en 1990-, su hija María ya revoloteaba entre vestidores. Cuenta que de niña le «hacía gracia» el mundo de la moda. Le gustaba hablar con las clientas de su madre, darles consejo. Pero después, en la adolescencia, le dio la espalda por otro amante. «Es que yo era muy deportista y me enganché al fútbol sala», explica una embarazadísima María mientras acaricia su tripa con gesto maternal.

Pero la etapa futbolera llegó a su fin. Y fue entonces cuando la hija de Manoli decidió ponerse a trabajar al lado de su madre. Junto a ella comanda ahora Niebla, una boutique que sigue ofreciendo firmas de calidad -como las gallegas Alba Conde y Oky Coky o la catalana Aldo Martin's-, pero a precios más asequibles para el bolsillo. «Vivimos tiempos duros y ahora la gente ya no se gasta 50.000 pesetas en una camiseta de Le Garaje o 200.000 en un vestido de Mochino», advierte Manuela.

Madre e hija dicen llevarse a las mil maravillas. Y eso a pesar de los «pequeños roces» que tuvieron cuando comenzaron a trabajar juntas. Y de sus muchas diferencias de carácter. Porque Manoli es atrevida, habladora y muy impulsiva, mientras que María mide más las palabras y se considera más reflexiva de su madre. Sin embargo, las dos coinciden al señalar lo que más les llena de su trabajo: «Lo mejor de todo es poner guapa a la gente y ver que la clienta se va feliz», dice Manoli.