Arquitectos de sueños

TEXTO: Beatriz Antón FOTO: José Pardo

FERROL

Él heredó el oficio de su padre y, sin proponérselo, se lo transmitió a su hija; ahora disfrutan juntos ayudando a la gente a dar con el hogar perfecto

07 ago 2008 . Actualizado a las 14:26 h.

De las paredes del estudio de Nemesio López Alvargonzález cuelgan trozos de papel llenos de alzados y perfiles con mucha historia. Uno de los primeros con los que se topa el visitante es un plano de Ferrol que su padre dibujó en 1945 y que casi lo lleva a la cárcel. «La Guardia Civil lo vino a buscar porque en el plano incluyó el Arsenal, pero él alegó que la zona militar ya aparecía en una guía Michelín francesa y eso lo salvó», explica López Alvargonzález mostrando el viejo trozo de papel.

Es lo que tiene el haber heredado oficio -y genes- de uno de los arquitectos que más han influido en la anatomía urbana de Ferrol. Porque a su padre -otro Nemesio, de apellido López Rodríguez- se le deben algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad. Su hijo cuenta que abrió el estudio de la calle del Hospital en 1937 y desde entonces hasta que falleció -hace ya 25 años- dejó estampada su huella en obras como la plaza de España, el Ayuntamiento, el cementerio de Catabois, el parque Reina Sofía o el edificio de la antigua Caja de Ahorros.

«¡Es que este estudio tiene 70 años de historia y de él han salido ya más de 5.000 proyectos!», explica orgulloso Nemesio en su despacho de la ahora llamada calle Concepción Arenal. De esos 5.000 proyectos de los que habla, su padre hizo 4.500 y él va ya por los 1.272, mientras que su hija, Magdalena -colegiada desde hace poco más de un año- ha firmado cinco. «Ella es el cerebro que nos hacía falta aquí», advierte su padre sonriente.

Al hablar así de su hija, Nemesio se refiere al talento que Magdalena tiene para las nuevas tecnologías: «Yo no puedo hacer nada sin el lápiz y ella no puede hacer nada sin el ordenador».

Tanto al padre como a la hija se les podría aplicar aquello de De casta le viene al galgo . Porque Magdalena quiso ser arquitecta por su padre. Y Nemesio por el suyo.

Él asegura que el gusanillo le entró «ya de pequeñín». «Lo primero que hice en esto de la arquitectura fue el plano de unas conejeras que dibujé con un amigo de la niñez, Alberto Lens, cuando tenía 9 años, y mi padre, al ver aquellos garabatos, se rió muchísimo», recuerda algo nostálgico. Algo parecido le sucedió a Magdalena: «En EGB -apunta la hija de Nemesio- ya tenía claro que quería estudiar Arquitectura, porque esto lo viví desde muy niña; de pequeña siempre era yo la que se ocupaba de hacer las cabañas, y, en verano, aprovechaba que no tenía colegio para acompañar a mi padre a las obras».

Magdalena es más callada que Nemesio, pero cuando habla lo hace de forma clara y contundente. Sin miramientos. Como cuando al salir el tema de la nueva plaza de España -la que sustituyó a la que diseñó su abuelo allá por los años 40- asegura que este espacio «pasó de ser la postal de propaganda de Ferrol a convertirse en la vergüenza de la ciudad». «Es que se la han cargado», apostilla su padre dándole la razón.

Los dos también coinciden en alabar el casco histórico de Ferrol, aunque aseguran que para salvarlo haría falta un auténtico «bum» inversor y menos burocracia en la concesión de ayudas. Y les une, además, su amor por la profesión: «Proyectar -advierte Nemesio- es lo más bonito que hay, porque para mucha gente una casa es un sueño y nosotros podemos ayudarles a hacerlo realidad».